La etnia warao tiene en su esencia vivir cerca de aguas fluviales, por eso la contaminación los afecta directamente. “Niños y adultos se enferman con frecuencia por consumir el agua del río. La falta del servicio de agua potable no nos deja otra opción que recurrir a nuestra fuente natural”, dice Juan Ramón Valerio, cacique de San José de Buja, al sur de Maturín, en el estado Monagas.
Por Crónica UNO
Desde el año 2005 denuncian la contaminación del río Buja. En las orillas del cauce y en la antigua compuerta del caño artificial, construida para el sistema riego en la zona, quedan rastros de derrames de petróleo y del combustible de algunas embarcaciones.
En la comunidad, donde habitan más de 600 familias indígenas, abundan casos de fiebre, vómitos y diarrea. El acceso a la salud es nulo y los pacientes se agravan por los cuadros gastrointestinales.
Los fuertes aguaceros representan un milagro del cielo.
Aprovechamos para recoger el agua y almacenarla en botellas plásticas. Es más saludable que la que tomamos del río”, dice el cacique.
En la zona no existe un registro que permita conocer el número de indígenas enfermos y fallecidos por complicaciones de salud. Prefieren tratarse con plantas medicinales que acudir al ambulatorio, donde no hay ni una pastilla para dolor.
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