Durante los últimos tres años, el poderoso aparato del Partido Demócrata ha pensado que una mujer afroamericana con índices de popularidad siempre muy discretos no podía derrotar a Donald Trump. El análisis, en líneas generales, es que Kamala Harris fue una buena elección como número dos para complementar a Joe Biden en 2020 y podía volver a serlo en 2024, sobre todo cuando los números indican que el candidato republicano ganaba cierto peso entre la comunidad negra masculina. Pero no para liderar un país escorado a la derecha y que hasta hoy no ha aupado nunca a una mujer a la Casa Blanca. Esa ha sido la visión hasta ahora. El núcleo de estrategas sigue siendo escéptico, pero por primera vez, la vicepresidenta está ganando terreno y sus opciones para reemplazar al presidente si éste diera un paso al costado son más fuertes que nunca.
Por El Mundo
Biden no quiere retirarse. Él, su familia y su equipo creen que puede y debe seguir y que es posible remontar tras el desastroso debate televisado por la CNN. “Tuve una mala noche, es verdad. La cagué, cometí un error. Pero eso sólo fueron 90 minutos en un escenario, hay que mirar a lo que he hecho en los últimos tres años y medio”, dijo. Pero también es consciente de que su margen es mínimo y se lo juega todo en los próximos 10 días. Este viernes será entrevistado por George Stephanopoulos, rostro estrella de la ABC y ex responsable de Comunicación de Bill Clinton, y todos saben que una mala actuación sería la puntilla. Biden ha mantenido esta semana un perfil muy bajo, con pocas apariciones y las que quedan serán con teleprompter. Puede intentar convencerse a sí mismo y a los fieles, pero la prensa progresista, en bloque, está siendo muy dura, implacable. El crédito se le ha agotado y el más mínimo lapsus podría ser el definitivo. Y la semana que viene Washington alberga una cumbre de la OTAN con 30 líderes mundiales. El mejor o el peor examen posible.
Por eso todos los ojos están en Kamala Harris, incluyendo los de Trump. En un vídeo publicado en su cuenta de la red Truth Social, el republicano llamó anoche a Biden “viejo montón de basura” y se burló de su estado de salud, físico y mental, presumiendo de haberle “pateado”, logrando que “abandonara la carrera. Eso significa que ahora tenemos a Kamala, creo que ella será mejor [oponente]. Es jodidamente mala y patética”, dice Trump en su ataque. “El pueblo estadounidense ya ha visto sus faltas de respeto hacia las mujeres, su desdén hacia los estadounidenses negros y su total desprecio por nuestra democracia”, replicó la Casa Blanca en un comunicado.
Trump, en realidad, está deseando que Biden siga, porque todas las proyecciones que manejan contra él apuntan a victoria. Los modelos también le dan la victoria frente al resto, pero un cambio es imprevisible. Puede ser un desastre y provocar desánimo y abandono entre los votantes de centroizquierda, puede transmitir sensación de caos, improvisación y derrotismo. Pero también podría resucitar a una parte del electorado desencantada y que incluso ante un rival tan polarizador como Trump necesita estímulos para registrarse e ir a votar. Y generar mucha cobertura mediática, que es publicidad electoral al final y al cabo.
Todo suma para poner los focos en la vicepresidenta, que hasta ahora ha sido más protagonista de memes y vídeos de humor que por discursos épicos o su peso real en iniciativas legislativas. Las encuestas dicen que tendría más opciones en las elecciones de noviembre que el resto de posibles alternativas a Biden, un amplio grupo de gobernadores o congresistas y senadores. Pero también que el propio presidente.
Ella estaría dos o tres puntos por detrás de Trump, y no seis u ocho. Además, cuenta con una ventaja importante. Una salida de Biden puede ser un problema logístico e incluso legal si no fuera por las buenas. El único escenario que se contempla es que el presidente, de 81 años, asumiera que no tiene respaldo y se apartara. Y eso permitiría que Harris se quedara además buena parte de los cientos de millones de dólares recaudados ya en la campaña que lleva su nombre.
En cambio, un nuevo aspirante partiría de cero y necesitaría una estrategia casi improvisada, y el tiempo apremia, pues los demócratas ratifican a su candidato en la convención de Chicago, para la que falta sólo mes y medio. Hay voces que piden incluso que Biden se retire ya, para que Harris se convierta en presidenta unos meses y aproveche una ola infinita de publicidad gratuita.
Biden y ella se reunieron el miércoles por la noche en la Casa Blanca con un amplio grupo de gobernadores de su partido, entre ellos rostros que suenan para el futuro demócrata, como los de California, Michigan o Maryland. Y aunque el apoyo público fue amplio, “es nuestro candidato y el líder de nuestro partido, estaremos junto a él”, los medios de comunicación nacionales recogen la preocupación expresada en privado. “En las próximas elecciones vamos a escoger a un comandante en jefe, no a un orador en jefe”, dijo el gobernador de Hawái, Josh Green.
Varios de los que salieron del encuentro lo describieron como una evaluación “honesta”, “abierta” y “sincera” de la situación y de sus preocupaciones. “El mensaje fue claro: Joe Biden cuenta con el respaldo de los gobernadores y ellos están orgullosos de contar con el suyo”, dijo la campaña de Biden en el correo electrónico que más que confianza y refuerzo parece transmitir desesperación y la necesidad de agarrarse a todos los clavos.
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