Buscando conversación, un taxista que me lleva en un viaje a una ciudad distante, me comenta acerca de su familia: “Yo tengo una hembrita y un varón. Tuve que sacarla a ella del colegio porque no me alcanzaba la plata para pagar uniformes, libros, meriendas, transporte…”. Le pregunto: “¿Por qué la sacó a ella del colegio y no al varón?, ¿no sacaba buenas notas?”. Me responde: “Si usted supiera que ella es mucho más aplicada que él, pero ya tiene 13, le están saliendo las teticas, ahorita se preña y pierdo todo el dinero. Además, el varón es quien necesita trabajar para mantener a su futura familia”.
Por Susana Reina / El Espectador
Este padre espera que su hija sea una madre adolescente porque la ve así, una “hembrita con teticas” como él mismo dice. Es su cultura, parte de la costumbre: las niñas crecen y se embarazan, el varón es el protector y proveedor del hogar. Este estereotipo de género se perpetúa de generación en generación, limitando el progreso socio productivo de las adolescentes y el acceso igualitario a sus oportunidades y derechos.
Pero una muchacha fuera del circuito escolar que se embaraza vive un riesgo extraordinario para su propia salud y para el resto de sus condiciones de vida, muy especialmente su futuro formativo. Según un estudio realizado por CAF, el embarazo y la maternidad adolescente se constituyen como factores exógenos de desvinculación escolar y otro estudio de OPS indica que el embarazo adolescente es proporcionalmente mayor cuanto menor es el nivel educativo de las muchachas involucradas.
Se trata de un problema acuciante para que las adolescentes puedan estudiar, trabajar y madurar lo suficiente antes de su maternidad. Pero también para sus familias y toda la comunidad, porque compromete la economía familiar y la movilidad social: si son pobres, esa maternidad aumenta la posibilidad de continuar o empeorar su pobreza y, de este modo, que sus hijos crezcan también en pobreza.
El caso venezolano: una situación alarmante
Venezuela duplica el promedio de maternidad adolescente de América Latina. Según la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (AVESA) Venezuela posee el índice más alto de embarazo adolescente en Sudamérica con 84,6 casos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años.
El contexto de la mayoría de esos nacimientos es el de barriadas urbanas con altos niveles de pobreza, déficit de acceso a servicios sanitarios e higiene menstrual, fallas en el suministro de agua potable, unido a un grave deterioro del ingreso familiar luego de años de hiperinflación; además, disgregación familiar —fruto del éxodo migratorio que puso al cuidado de familiares indirectos y personas allegadas a miles de niños y adolescentes— entre otros muchos problemas.
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