El miedo es libre, dicen. Y prácticamente han pasado a ser lo único que queda en verdadera libertad en Venezuela durante esta época de oprobio impuesto desde el poder.
El terrorismo de Estado lo hemos visto en pleno funcionamiento todos estos años, como lo evidencian los más de trescientos presos políticos, los fallecidos en prisión, los perseguidos y exiliados, o la destrucción de partidos, al dividirlos, confiscarlos, más las no tan imperceptibles redes de “patriotas coperantes” que actúan en los consejos comunales, entre empleados públicos o militares. La violencia política desatada e incrementada por el régimen cuando se aproxima la elección presidencial es una prueba más de ese funcionamiento del miedo.
Pero se les ha revertido; al no encontrar cómo contener la esperanza de un país distinto, como se vislimbra con el triunfo de la oposición unida en torno a Edmundo González Urrutia, ni siquiera después de causar miedo y violencia política en casi todas sus dimensiones, el terror se les ha volteado y les ha tocado encarlo. Tienen un profundo miedo a la monumental derrota de este 28 de julio. No encuentran como ocultarlo, para que no se les espanten las últimas sombras que los acompañan.
Hace unas horas captaron al candidato oficialista, al perdedor Nicolás Maduro, señalar la ausencia de “gente” en una actividad en el estado Táchira. No puede resultar sorprendente que ni obligados van a acompañarlos los ciudadanos. Un régimen que le ha quitado a la población: el trabajo digno, la educación, la salud, los derechos humanos; que ha causado la huida en estampida de más de ocho millones de venezolanos, aterrados por la imposiblidad de desarrollar la vida en un país que los agobia sin calidad vital, no debería verse sorprendido por la adecuada respuesta de la población obstinada de soportar la tiranía, el despotismo desenfrenado.
Han jugado con el miedo, y éste, en estos últimos momentos agónicos, le ha jugado la peor de las malas pasadas: lo tiene contra la pared y apuntado con votos, con millones de votos que no podrán evitar este fin de mes, cuando no puedan ocultar los números, los conteos que señalarán en cada mesa victoriosa a la oposición venezolana unida, porque como ha dicho Delsa Solórzano desde nuestro Encuentro Ciudadano: unidos somos mejores. Esto lo demostró la Plataforma Unitaria Democrática, al labrar la unidad que pondrá, sin dudas, a Edmundo González Urrutia en Miraflores.