Una curiosa arena, situada en el yacimiento vikingo de Trelleborg y rodeada de un enorme campo simétrico, va camino de convertirse en una de las principales atracciones turísticas de Dinamarca. Hace más de mil años, aquí se alzaba una de las fortalezas circulares del rey Harald “Diente Azul”, famoso a finales del siglo X por cristianizar el país escandinavo, cuyas fronteras eran muy flexibles en aquella época. Siglos más tarde, el rey Haradl dio lugar al nombre de la tecnología Bluetooth (diente azul en inglés).
Camille Bas-Wohlert
El complejo, recientemente declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, podría convertirse en una gran atracción turística, demostrando una vez más que los vikingos no eran sólo sanguinarios guerreros, sino también un pueblo refinado capaz de realizar elaboradas obras arquitectónicas. “Es un lugar único, al igual que las pirámides y la muralla China”, aseguró la directora del yacimiento, Anne-Christine Larsen.
El castillo, de 136 metros de diámetro y que originalmente albergaba 31 viviendas comunales vikingas, ya está conquistando los corazones de los turistas. “Es muy impresionante”, comentó fascinada Inger Steen, una turista noruega de 57 años. Esta apasionada de la Historia, decidió hacer un alto en el camino en dirección a Copenhague, a unos cien kilómetros de distancia.
“Se puede entrar en la fortaleza y ver dónde se encontraban las casas (…). Uno aprende cómo vivía la gente en el pasado, cómo era su vida diaria y cómo ha evolucionado la sociedad”, afirmó Malte Seils, un visitante alemán de 45 años, de vacaciones con su esposa y sus dos hijas adolescentes. “A veces, lo que perdura hoy nos conecta” al pasado, añade.
Y si a algunos les cuesta imaginarlo, las maquetas e ilustraciones muestran el lugar tal y como era antes de caer en el olvido. El Museo Nacional de Dinamarca, que lo gestiona, prevé además reconstruir una de las murallas y tres casas comunales.
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