El dirigente de Primero Justicia, Julio Borges, en una entrevista para La Patilla nos pone en alerta sobre lo que está cocinándose en estas dos semanas de campaña, lo que está detrás de las negociaciones de Maduro con la administración Biden y lo que él considera como un proceso donde al régimen solo le queda jugar a la abstención y represión diabólica en cada parte del territorio nacional.
Al ser consultado sobre la posibilidad de que Maduro cometa un fraude masivo para desconocer la voluntad del pueblo, Borges aseguró que Maduro es un derrotado y confía en la fuerza de los venezolanos bajo el liderazgo de Edmundo González y María Corina Machado, las Fuerzas Armadas y la comunidad internacional para impedir que Maduro arrebate el poder mediante la violencia.
Quedan tan solo dos semanas para que se celebren las elecciones más importantes de la historia de Venezuela. ¿Cómo evalúa el clima político? ¿La oposición tiene la capacidad logística y política para convertir el favoritismo en las encuestas en un triunfo el 28 de julio?
El régimen nunca se imaginó este escenario. Ellos querían imponer el candidato y activaron todo tipo de tropelía para tratar de que así fuera. Sin embargo, la oposición logró mantener la unidad y la claridad en una ruta, y eso tiene mucho valor. Las dictaduras se equivocan, por eso es tan importante persistir. Hoy a escasas dos semanas de las elecciones, tenemos unidad, tenemos un candidato que tiene más de 20 puntos de ventaja sobre Maduro, tenemos una líder que ha levantado un sentimiento de esperanza en toda Venezuela y tenemos la fuerza de un pueblo decidido a cambiar. Maduro ya está derrotado moralmente con esta energía que se respira en toda Venezuela, hoy lo único que le queda es la represión diabólica contra el pueblo, por eso van y le cierran el negocio a quien le vende comida a María Corina o a quien la hospeda, pero esto en lugar de crear pánico en la gente, lo que hace es aumentar la voluntad de cambio. De manera que estamos a dos semanas de un proceso histórico e indetenible.
Los recorridos de María Corina Machado por el interior han dejado perplejos a los jerarcas del régimen. La líder de la oposición ha logrado edificar un movimiento ciudadano sobre la base de un concepto muy emocional como es el reencuentro de la familia. ¿Es comparable este proceso con otros momentos de la historia de estos 25 años?
Yo creo que cada proceso tiene sus circunstancias particulares y eso lo hace incomparable con otro. Sin embargo, lo que ha construido María Corina es de un simbolismo mayúsculo, porque venimos de unos tiempos de mucha inercia y resignación. El régimen buscaba que el país se rindiera y la conciencia colectiva se anestesiara, mediante la propaganda, la represión y la burbuja económica de los corruptos. Pero no pudieron y creo que hoy ese fervor y esas lágrimas de las personas que se conectan con María Corina son la reserva moral de un país que no se rinde, que sueña con ser libre y reencontrarse con sus seres queridos. María Corina ha logrado levantar el ánimo de la gente y hoy el país está decidido como nunca antes a luchar por ese futuro soñado. Sin duda, este proceso político se lo debemos al pueblo venezolano y a María Corina Machado, más la capacidad de Edmundo González de asumir este reto.
Hay quienes piensan que las expectativas deben manejarse con mucha responsabilidad, puesto que el régimen es capaz de aferrarse a cualquier acción para dejar sin efecto la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. ¿Qué opina de eso?
Por supuesto que no podemos pensar que ya ganamos, ni mucho menos que el trabajo está hecho. Quedan dos semanas en las que tenemos que rematar la faena, ¿cómo? Hay que seguir motivando a la gente a votar, enseñando como se vota en el tarjetón, pero también dándole tranquilidad al pueblo sobre la confidencialidad del voto. Maduro está día y noche tratando de hacerle creer a la gente que el voto no es secreto o que ellos van a robarse la elección. A Maduro solo le queda la represión y la abstención, por eso no podemos bajar la guardia. Hay que también seguir afinando la ingeniería para la defensa del voto, se ha logrado cubrir con testigos los centros más susceptibles a presentar irregularidades, pero debemos blindar aún más la plataforma 600k y los comanditos. Esta es una tarea que no solo descansa en los partidos políticos, sino también en la sociedad civil.
Maduro tiene mucho miedo, por eso van a seguir montado ollas como la de los supuestos paramilitares o ahora la que activaron contra el empresario que le dio albergue a María Corina. Él sabe que el 28 de julio es su fecha de vencimiento. ¿Corre peligro la tarjeta de la Unidad aún?
Hasta el día antes de la elección estará latente esa posibilidad, Maduro sabe que está perdido y ha buscado todas las formas para sacar a Edmundo y María Corina del medio. Sin embargo, la judicialización de la tarjeta no solo generaría una reacción internacional nunca antes vista, especialmente de gobiernos vecinos alineados ideológicamente con la dictadura, sino que abriría las puertas para que esa gran ola de descontento nacional se exprese de todas las formas posible. Yo creo que no lo han hecho hasta ahora porque saben el costo tan alto que representa.
El alto mando de la FANB ha jugado un rol en la campaña electoral, difundiendo noticias falsas contra María Corina Machado y la oposición, ¿existe realmente una posibilidad de que los militares se monten en la ola del cambio político?
La Fuerza Armada siempre ha sido el escalón que nos falta en cada proceso donde creemos que hay posibilidad de cambio. Los militares son ese último peldaño del proceso y creo que nuevamente lo serán. Ahora bien, yo creo importante hacer una salvedad dentro de la Fuerza Armada, hay una cúpula militar muy pequeña, muy corrompida y comprometida en temas de derechos humanos, que por ahora sigue al lado de Maduro, pero la inmensa mayoría de la Fuerza Armada quiere un cambio como toda Venezuela. La seguridad social de los militares está destruida, el apresto operacional por el piso, la moral de la tropa igual. De manera que los militares no son un oasis en Venezuela, sufren los mismos males que todos los venezolanos. Y es tan así, que tenemos más de 200 militares jóvenes detenidos por ponerse del lado de la Constitución.
A menos de un mes de la elección, Maduro reactivó las negociaciones con Estados Unidos. ¿Qué objetivos está buscando?
Maduro quiere venderle a su grupo que tiene la situación controlada, que ya lo peor pasó, que está normalizando las relaciones con Estados Unidos y que después del 28 de julio a todos ellos les van a quitar las sanciones americanas. Está utilizando este tema con fines electorales únicamente, pero él sabe que en el fondo el mundo libre no levantará ninguna sanción personal hasta tanto no haya democracia en Venezuela. Estados Unidos debe utilizar esta negociación para mejorar las condiciones de las elecciones (mejor observación internacional, menor represión y respeto a los resultados), pero también para ofrecerle un puente de oro a Maduro y su entorno, de manera que entiendan que por su propio bien, lo más conveniente es avanzar hacia una transición pacífica y en orden hacia la democracia.
Los presidentes Lula y Petro pareciera que son los otros actores fundamentales de este rompecabezas. Recientemente, el propio Lula dijo desde Bolivia que las elecciones en Venezuela son fundamentales para estabilidad de todo el continente y que esperaba que se desarrollaran en paz. ¿Qué esperan de Lula y Petro?
Las declaraciones de Brasil y Colombia han tenido un peso enorme en el desenvolvimiento de este proceso, me atrevo a decir que sus posiciones fueron las que en parte ayudaron a que Maduro terminara aceptando a regañadientes la candidatura de Edmundo González. Pero aún pueden hacer más, entendiendo que son los países que más les afectaría la continuidad de la dictadura, ya en Colombia hay 2,5 millones de venezolanos, en Brasil son casi 300.000 venezolanos. Esos números van a crecer de manera exponencial si Maduro arrebata a la fuerza, hay estimaciones que dicen que podría irse 20% de la población que actualmente está en Venezuela si no se concreta el cambio político. Ese escenario de desbordamiento migratorio, sumado al tema del crimen organizado, de grupos como el Tren de Aragua que mantienen azotadas varias ciudades de Colombia y Brasil, es sencillamente apocalíptico para los países vecinos.