Ese es el drama del candidato del Psuv: no tiene nada que ofrecer y casi nadie cree en sus promesas marchitas, mentirosas y cínicas. En estas circunstancias lógicamente que está condenado ineluctablemente a la derrota el próximo 28 de julio.
Por eso hoy sufre el desprecio colectivo, luego de tantos años de burlas, agresiones y traiciones desde el poder. Por eso mismo, a nadie -comenzando por él- puede extrañarle que su alicaída candidatura no trasmita confianza alguna, no tenga un discurso creíble y que la mayoría de la gente no le profese desde hace tiempo la más mínima confianza.
Por eso mismo su campaña carece de apoyo popular y se remite a actos escuálidos, marchas raquíticas y a comprar apoyos de gente cuestionada y sin credibilidad, disfrazados de opositores. Sus asesores creen que montando costosos espectáculos musicales y poniéndolo a bailar cantinfléricamente pueden resucitar esa candidatura. Todo eso demuestra que han perdido el contacto con la realidad y desprecian a un pueblo que se hartó de sus mentiras y reclama un cambio verdadero.
Porque ya no hay duda alguna de que la inmensa mayoría de los venezolanos no se calan una nueva estafa del régimen que manda desde 1999, hace ya un cuarto de siglo, convertidos ahora en una corporación delincuencial a la que sólo le importa su permanencia vitalicia en el poder, mientras el país sigue hundiéndose por sus errores garrafales, sin que hagan nada por detener este desastre que, por cierto, ellos mismos han creado y aumentado.
¿Por qué razones vamos a permitir que sigan burlando la fe de las grandes mayorías, luego de 25 años de fracasos que sólo han significado saqueo y empobrecimiento para Venezuela? Seríamos unos masoquistas imperdonables y unos venezolanos sin conciencia ni amor por nuestro país si lo permitiéramos, ahora que se vislumbra una salida democrática y electoral, aún en medio de acechanzas y amenazas que debemos derrotar con civilismo y coraje.
¿Por qué van a seguir ejerciendo el poder quienes con su descomunal corrupción, ineficacia e insensibilidad hicieron retroceder un siglo al país y obligado a ocho millones de compatriotas a abandonar su tierra para buscar afuera lo que esa cúpula podrida les niega adentro?
Pensemos, a este respecto, que la cúpula que manda actualmente ya ha cumplido cinco períodos constitucionales de la República Civil que tuvimos hasta 1998, cuando los mandatarios duraban cinco años. Pensemos, con ánimo de comparación, lo que hicieron los presidentes Betancourt, Leoni, Caldera, Pérez y Herrera Campíns entre 1959 y 1984, un cuarto de siglo luminoso y constructivo, cuando se construyó casi toda infraestructura que tiene Venezuela -ahora por lo general abandonada y destruida por el régimen actual-, se mejoró la calidad de vida de los venezolanos, creció como nunca la clase media, se crearon universidades y liceos, hospitales y centros de salud, entre muchas conquistas que se añoran y recuerdan.
Por contraste, en este cuarto de siglo que han mandado los chavomaduristas el país no ha obtenido logros positivos de ninguna naturaleza. Todo lo contrario, pues el desarrollo y crecimiento económico y social se paralizaron, en medio del auge de la pobreza generalizada y el imperdonable deterioro de la calidad de vida de los venezolanos. Ahora Venezuela está peor en todo sentido
Por eso nada pueden ofrecer luego de un cuarto de siglo en el poder y por eso mismo nadie les cree sus promesas refritas. Como nada pueden ofrecer entonces hablan de “paz y amor”, mientras sus cuerpos represivos secuestran, apresan, persiguen y acosan a dirigentes opositores. Los discursos gangosos e incoherentes de su alicaído candidato prometen “diálogo y concordia”, mientras sus esbirros detienen a humildes compatriotas sólo por ejercer su legítimo y soberano derecho a disentir y luchar por una Venezuela mejor, distinta a esta en ruinas y saqueada que dejará por toda herencia el chavomadurismo en el poder.
Por eso mismo constituye también una obligación moral y ciudadana de todos separar del poder a esa cúpula podrida, incompetente y concupiscente, que ha traicionado en todo este tiempo los legítimos intereses de nuestro pueblo, empobreciéndonos a todos y sólo enriqueciéndose ellos con los recursos de los venezolanos.
El próximo 28 de julio nacerá otra Venezuela: “Gloria al bravo pueblo…”