Las impactantes revelaciones del libro de memorias que escribía Ronald Ojeda antes de su asesinato en Chile

Las impactantes revelaciones del libro de memorias que escribía Ronald Ojeda antes de su asesinato en Chile

Las memorias de Ronald Ojeda ya se pueden adquirir para Kindle de manera anticipada en Amazon, a un precio de USD 9,99. Su lanzamiento será el 2 de agosto.

 

“Hoy vinieron por mí; mañana irán por ti. Todos somos culpables, hasta que se demuestre lo contrario. Esto no es un libro: es una denuncia y una advertencia”. Así reza la contratapa del libro “Ronald Ojeda: Notas póstumas sobre su secuestro y asesinato”, el que contiene las memorias del malogrado teniente venezolano, secuestrado el 21 de febrero desde su departamento en Santiago por un grupo de falsos policías con acento caribeño, y cuyo cuerpo apareció diez días después con signos de tortura, dentro de una maleta enterrada bajo una losa de cemento.

Por infobae.com





Editado por Entre Zorros & Erizos, el texto estará disponible a contar desde el 2 de agosto y narra los días de Ojeda bajo el régimen de Maduro, su fuga en 2017, la llegada a Chile y sus reuniones con otros disidentes. Ya puede ser adquirido anticipadamente para Kindle en Amazon por USD 9,99. A continuación, extractos del libro, adelantados por el medio Ex-Ante:

Venezuela

“Soy oficial de aviación del Ejército (…). Fui designado a la Unidad en Frontera, específicamente en la población de Nula, Estado de Apure”.

“Estos pueblos fronterizos se caracterizan por su alto índice de violencia generada por los grupos guerrilleros (FARC y ELN) provenientes de la República de Colombia, y el gran flujo de contrabando y narcotráfico”.

“La unidad se encontraba específicamente en la localidad de Santa Cruz de Guacas, Estado de Apure. Alrededor había dos poblados cercanos. La ciudadanía convivía cercanamente con los funcionarios militares, por lo que su obediencia no tenía barreras”.

“La población estaba condicionada y preparada para ser dócil frente a la arremetida corrupta impuesta en todos los servicios «administrados» por los uniformados”.

“El pago de coimas por surtir combustible en la estación de servicio era una actividad armónica y muy bien programada”.

“Si me hubiera apegado a la norma de un «oficial revolucionario», y hubiera pedido por mi servicio un monto diario («el pote») por realizar mi beneficio, viendo los puntos de control o alcabalas como «mi oportunidad», lo más probable es que no estuviera redactando estas líneas”.

Su detención

“Se me hizo llegar una información acerca de una reunión en la ciudad de Caracas, capital del Estado Venezolano, en la cual debía estar presente el lunes 27 de ese mismo mes (marzo de 2017) a las 9:00?.

“Supuestamente, era una reunión de carácter informativa”.

“Antes de ir a la ciudad de Caracas, me dirigí a las instalaciones de la 92ª Brigada Caribe ubicada en la población de Guasdualito, Estado de Apure; unidad superior donde se encuentran las instalaciones de la 9209a Compañía de Francotiradores, en la cual cumplí funciones como oficial adjunto”.

“Unos minutos después, un sargento tocó la puerta de mi habitación y me informó que el capitán comandante de la Compañía quería hablar conmigo de forma urgente”.

“Salí en dirección a mi vehículo. Lo encendí. Esperé aproximadamente cinco minutos, y coloqué el vehículo en marcha de retroceso, repentinamente un vehículo del despacho de la oficina del general entorpeció mi paso. Me vi forzado a frenar. Descendió el coronel segundo, comandante de la Brigada, Marco Tulio Álvarez Reyes, alias «el Machetico»”.

“Muy apresurado, se bajó, abrió la puerta de mi vehículo, y me apuntó a la cabeza con su arma de reglamento. «Teniente, maldito traidor…»”

“Solo pensaba «¡Me montaron una trampa!»”.

Tortura

“Mientras el gas pimienta corría por mi rostro, pasaron una cuerda por mi cuello para realizarme una sesión de asfixia mecánica”.

“Pisaban mis manos, golpeaban constantemente mi cabeza. Luego de un largo rato, obviamente estaban agotados. Se sentaron frente a mí, con la ingenua actitud del policía bueno y malo, preguntando: «¿No quieres hablar?»”.

“«Dinos todo y se acaba esto; si nos colaboras, nosotros podemos ayudarte». Esta pregunta confirmaba que no tenían nada en su poder que me incriminara”.

“Me mantenía con un «no sé nada» que los irritaba, y arremetían en mi contra con descargas eléctricas para ver si con eso lograban alguna respuesta”.

“Eran sesiones interminables donde ataban los cables a los extremos de mis orejas, en los dedos meñiques de las manos y en los tobillos. Rociaban la capucha negra con agua para evitar que entrara oxígeno”.

Para leer la nota completa pulse Aquí