París 2024 propuso desde sus primeros pasos un nuevo modelo de Juegos mucho más sostenible, con la limpieza del Sena como su hito más simbólico y con la promesa no solo de menos contaminación y despilfarro de recursos, sino también de una herencia verde para la ciudad.
Inicialmente el proyecto parisino aspiraba a ser la primera cita olímpica con un “impacto positivo” para el clima, pero esa meta se moderó hasta el objetivo de reducir a la mitad las emisiones normales de carbono.
Se calculan en unos 1,58 millones de toneladas de CO2 equivalente, muy por debajo de los 3,5 millones de Londres y de Río e incluso de los de Tokio (1,96 millones de toneladas de CO2 equivalente), celebrados en 2021 bajo el impacto de la pandemia de covid-19.
La principal baza de sostenibilidad de París es que el 95 % de los recintos olímpicos existían ya o tiene carácter temporal, por lo que no se necesitaban grandes recursos para la construcción.
En alguno de los casos, los Juegos ha sido la excusa para emprender reformas, como la del majestuoso Grand Palais (que data de 1900 y que acogerá las pruebas de esgrima y taekwondo), un esfuerzo que también quedará como legado para la ciudad.
Pero la más significativa de las mejoras no se ha dado en un edificio, sino en el Sena.
Un Sena limpio para el París del cambio climático
El gran río limpio que cruza la ciudad será la herencia verde más simbólica de París 2024, ya que la cita olímpica ha servido como acelerador para trabajar, desde 2016, en hacer sus aguas aptas al baño tras casi un siglo prohibido por razones sanitarias.
Personalidades como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el presidente del comité organizador, Tony Estanguet, o la ministra de deportes, Amélie Oudéa-Castéra, ya se han lanzado al agua para demostrar que es apta para celebrar allí las pruebas de maratón en aguas abiertas y los segmentos de natación del triatlón.
Los parisinos en general disfrutarán de su río solo a partir de 2025, en cuatro puntos especialmente habilitados al baño.
La gesta ha supuesto un desembolso de 1.400 millones de euros con los que el Estado, París y la región de Isla de Francia hicieron una serie de obras, como el enorme depósito de 50.000 metros cúbicos de la estación de Austerlitz, que almacenará las aguas usadas y las precipitaciones en caso de fuertes lluvias, para que no se viertan directamente al Sena sin tratar.
“Es por nuestra calidad de vida de hoy y de mañana, por nuestros hijos y para que los océanos estén limpios”, recalcó la alcaldesa tras zambullirse en el Sena el pasado miércoles.
La Villa Olímpica y las nuevas construcciones
Las nuevas construcciones permanentes que dejarán los Juegos -en especial el estadio Porte de la Chapelle, el centro acuático de Saint-Denis y la Villa Olímpica y Paralímpica levantada en ese mismo departamento del extrarradio parisino- han sido también concebidas teniendo en cuenta el cambio climático.
Los nuevos centros deportivos serán de alto rendimiento medioambiental o de bajas emisiones de carbono y todos los sitios olímpicos, en general, se aprovisionarán con electricidad renovable.
La Villa Olímpica, en la que se plantarán casi 9.000 árboles una vez concluyan los Juegos, se transformará en un barrio residencial de 2.800 viviendas, con seis hectáreas de espacios verdes.
Se concibieron con paneles solares e instalaciones para regular la temperatura gracias a sistemas geotérmicos, si bien las delegaciones de los distintos países encargaron 2.500 aparatos móviles para enfriar 7.000 cuartos de la Villa Olímpica, al considerar que las habitaciones sin aire acondicionado podrían no ser lo suficientemente frescas frente a las olas de calor.
El metro a Orly y la apuesta por la bici
Otro legado importante que París guardará para la posteridad será la apuesta de estos Juegos por el transporte público y la bicicleta.
La medida que más destaca es la muy esperada extensión del metro hasta el aeropuerto de Orly, en el sur de la capital, que quedó estrenada a finales de este junio.
La conexión se hace a través de la línea 14, que es totalmente automática y en su extremo norte llega hasta Saint-Denis, el departamento donde se encuentran la Villa Olímpica y algunas sedes de competiciones.
Todos los recintos que albergarán pruebas deportivas serán accesibles mediante transporte público y un 80 % de ellos se encuentran en un radio de 10 kilómetros y a menos de media hora de la Villa Olímpica.
La red de transporte parisina, no obstante, fue objeto de polémica en los meses precedentes debido al aumento de las tarifas anunciado por las empresa gestora (RATP) que se apresuró a aclarar que los residentes de la capital podrían evitarlos comprando abonos de mayor duración, ya que estos no cambiarían de precio.
La bicicleta se presenta como la gran alternativa, en cualquier caso, con 60 kilómetros de “olimpistas” construidos expresamente para esta cita en París y otros 25 en Seine-Saint-Denis, además de miles de nuevas plazas de aparcamiento suplementarias.
EFE