En la fecha prometida, la señora alcaldesa cumplió con la culminación del proyecto de saneamiento iniciado en 2016.
Once años antes, en agosto de 2005, en Caracas, el patriarca del desastre del siglo XXI, en tono de guachafita que incluía un sancocho y su zambullida en las aguas del Guaire en el término de un año, decretó la limpieza del río capitalino. La responsabilidad del proyecto recayó en la entonces ministra del ambiente. Se dispuso a tal fin de 400 millones de dólares financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo, además de 150 millones que cofinanció la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional para el estudio de factibilidad.
Luego de casi 20 años, el destino de esa importante suma luce tan turbio como las aguas que continúan corriendo por esa cloaca fluvial. El del Guaire, es solo uno más, y hasta menor, en la larga lista de fantasmagóricos proyectos prometidos durante este cuarto de siglo. Represas, grandes puentes, ferrocarriles, hospitales, escuelas, universidades, centros agrícolas, gasoductos, carreteras, autopistas…. Hoy, son restos espectrales o abandonados de promesas por las que fluyeron miles de millones de dólares. Un apreciable volumen de los cuales seguramente reposa en mullidas cuentas bancarias.
Fue parte de una farsa revolucionaria que ahora toca a su fin. Hondamente anti yanqui, pero con un devoto apego por la divisa norteamericana.