También tendrán poder, si aceptan su papel de vigilantes del orden público, los militares al mismo tiempo enredados en la definición de su verdadero campo de responsabilidad, actualmente en duda.
Durante esos cinco meses los machadistas podrán prepararse para su programa de acción que no comenzará sino en enero, y los maduristas deberán desempeñar tres trabajos diferentes antes de entregar en la misma fecha: hacerle el nicho al nuevo partido “Futuro”, verdugo final del PSUV que arrastrará además a Diosdado Cabello y los suyos; tratar de cumplir con las responsabilidades de los cargos que irán dejando vacíos los que día tras día irán escapando, y empeorándole aún más las cosas al gobierno que vendrá después.
No será un lapso complejo, será difícil porque en la práctica no habrá gobierno sino un vago “vamos a esperar”. Y será tarea de la dirigencia machadista mantener alimentada con información real, comprensible y confiable la emoción con la cual impulsaron el derrumbe de la torpeza madurista. Pero no los mismos, por favor, que ahora ¿protegen? tan incompetentemente a María Corina Machado y a Edmundo González Urrutia.
La tarea difícil y cuesta arriba de Machado y de González Urrutia será hacer sentir a la población que la esperanza vale la pena, que los cinco meses no son de espera sino de preparar las cosas, que hasta en prepararse adecuadamente Machado, González Urrutia y sus equipos realmente son ejemplo de un país totalmente nuevo, radicalmente distinto al de los políticos de todos los tiempos, y que el primer día del sexto mes no los agarrará fuera de sitio, que hay razones para confiar en que el primer día de ese sexto mes comenzará una Venezuela diferente, planificada. La Venezuela del conocimiento y los expertos y que ya ha terminado ésta de los políticos que creen que hablando se entiende la gente.