MADURO QUIERE SALIR DE VENEZUELA Y VICEVERSA ( mensaje de Pedro León Zapata, desde el más allá)
Algunos politólogos como Abraham Lowenthal, Michael Penfold, John Magdaleno; encuestadores como Luis Vicente León, Jesús Seguías, políticos estadounidenses como Eliot Abrams, políticos criollos como Víctor Álvarez y Enrique Ochoa Antich, entre muchos otros, mantienen la tesis de una negociación con Maduro para darle garantías e incentivos suficientes que le permitan irse tranquilamente del país o, peor aún, propone Álvarez, que vaya a la Asamblea con carácter de miembro vitalicio. Estas concesiones a Maduro, dicen, acelerarán la transición a la democracia. Mencionan con frecuencia a África del Sur, España, Chile, como países en los cuales esta estrategia ha funcionado.
He mantenido que si bien es cierto que tales concesiones podrían tener efectos positivos de corto plazo, sus efectos de largo plazo serían muy dañinos para el país.
Cuando África del Sur llevó a cabo su transición a la democracia en 1994 gracias al Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela había pasado largos años en la cárcel o en la lucha armada contra el apartheid. Mandela tomó la muy alabada decisión de evitar violencia por medio de una negociación a cargo de una Comisión de la verdad y la reconciliación. Esta comisión estuvo liderada por el obispo Desmond Tutu y se empeñó en documentar los hechos ocurridos durante el periodo de apartheid, favoreciendo conceder inmunidad/garantías a los autores del desastre del apartheid, a fin de acelerar el proceso de transición. La comisión si escuchó a las víctimas pero no hizo limpieza. Desestimó mucho de lo ocurrido, el sufrimiento de quienes habían sido desplazados, humillados, despojados de sus oportunidades económicas y de sus derechos políticos.
Como resultado de aquella negociación débil y complaciente los injustos componentes sociales injustos de poder que caracterizaban las relaciones raciales en el país no sufrieron mucha modificación. Hoy día mucha gente en el país ve esta comisión como un espectáculo montado para guardar las apariencias y no para la sustantiva búsqueda de la verdad y de la justicia. África del Sur está hoy peor que antes.
En España, podemos leer en internet, la transición a la democracia se basó en una transacción entre los restos del franquismo y las víctimas de la dictadura quienes renunciaron a una severa aplicación de la justicia. El culto a Franco se extendió por tiempo después de su muerte y se llevó a cabo un pacto de silencio o de olvido, en intento de hacer borrón y cuenta nueva, dejar atrás el pasado y concentrarse en el futuro. Hoy en España se cuestiona abiertamente el «pacto del olvido» en el cual se había basado la transición. Las nuevas generaciones españolas quieren saber porque hubo tanta cobardía ciudadana, por qué los responsables no fueron debidamente castigados.
En Chile todavía hay rechazo de las concesiones dadas a Pinochet, a quien se le permitió continuar como jefe del ejército, de la ley de amnistía y de la senaduría vitalicia dada a Pinochet después de su retiro del ejército.
Los beneficios de corto plazo ya han sido olvidados y lo que queda en el alma nacional de esos países es la vergüenza de no haber actuado con la debida severidad para aplicar la justicia, el debido castigo a los criminales.
En todos estos países se barrió la basura debajo de la alfombra. ¿Es esto lo que los politólogos y otros analistas desean para nuestro país?