La prohibición e impedimentos impuestos por el régimen para el acceso a los recursos habituales de un certamen electoral, fueron inútiles para contener el enorme caudal espontáneo de un pueblo que reaccionó harto de una añosa y empobrecedora dictadura.
Pero el gran relato de la campaña electoral más desigual jamás imaginada, es cómo, la voluntad, el carisma y la temeridad homérica de su líder, María Corina Machado, la convirtió en épica y victoriosa cruzada. Su férrea convicción, su arrojo, su concreto y nítido mensaje libertario, su pasión por el reencuentro de todos los venezolanos, despertaron un fervor popular no visto antes en elección alguna. Ni el odio, la vileza ni los cobardes obstáculos tendidos en su camino, detuvieron a María Corina en su campaña admirable, reminiscente de gestas libertarias como las de Mahatma Gandhi o Nelson Mandela.
Hoy, como resultado de esta hazaña democrática, la inmensa mayoría escoge como su próximo presidente a un venezolano intachable y calificado intelectual y moralmente. Es la vuelta a Miraflores, luego de 26 años, de un demócrata, en esta ocasión, de un experimentado diplomático, egresado de la Escuela de Estudios Internacionales de nuestra Universidad Central de Venezuela, embajador en importantes países, destacado servidor público, prolífico escritor, autor de importantes ensayos, sobre la geopolítica regional y mundial.
En esta elección, los venezolanos de todos los estratos sociales y de cada rincón de nuestra geografía, nos unimos en el voto por Edmundo González Urrutia, para rescatar la dignidad y el prestigio de la primera magistratura del país.