¿Una salida inédita? por Marta de la Vega @martadelavegav

¿Una salida inédita? por Marta de la Vega @martadelavegav

Esta expresión fue con frecuencia repetida por Pompeyo Márquez al preguntarle cuál sería el desenlace para esta autocracia feroz y sin escrúpulos que llevó el país a la ruina y a uno de los mayores éxodos de ciudadanos fuera de Venezuela sin que hubiera una guerra. Un luchador social y político que, después de su paso desde la adolescencia por el partido comunista, tuvo el coraje y la convicción democrática de enfrentar a los representantes de la cúpula soviética, renunciar a esta militancia, denunciar las atrocidades del stalinismo y acogerse a la civilidad, convencido de que las luchas guerrilleras contra una democracia naciente en Venezuela inspiradas en el socialismo real con su prolongación cubana deslumbrante para tantos jóvenes del caudillo Fidel Castro, eran un callejón sin salida. Teodoro Petkoff, gran amigo y compañero de luchas de Pompeyo, igualmente convertido en un demócrata consecuente al renunciar y denunciar el socialismo real de corte totalitario, al que combatió hasta el final de su vida, fundador de Tal Cual, afirmaba en muchas de sus intervenciones sobre el rescate de la democracia que, mientras hubiera una correlación de fuerzas desfavorable para quienes nos oponíamos al régimen oprobioso de Chávez, nada iba a cambiar. 

Cuando salga publicado este escrito, ya habrán pasado las elecciones presidenciales. Aunque no sabemos el resultado, por un lado, las tendencias muestran que la correlación de fuerzas está a favor de los sectores democráticos. Por otro lado, las condiciones para iniciar una transición que deje atrás el modelo de poder instaurado por Chávez y sucesores por primera vez son completamente distintas a las que en la clásica aproximación de los estudiosos de ciencias políticas están previstas para la superación de una dictadura. En el caso venezolano, no han bastado el descontento popular, la crisis económica, la corrupción, la presión internacional de gobiernos democráticos, la movilización efectiva de movimientos de oposición al régimen despiadado y sistemáticamente violador de los derechos humanos, ni tampoco las pugnas internas dentro de las cúpulas gobernantes que, al momento de ver amenazada su dominación hegemónica, se juntan para contrarrestar el riesgo de perder el poder. 

Por primera vez, y es por esto que resulta ser una salida inédita, al contrario de los clásicos factores que según la ciencia política han determinado la caída de una dictadura, un liderazgo inspirador y al mismo tiempo poderoso y sin concesiones a los acuerdos de conciliación entre élites políticas, basados principalmente su fuerza y su liderazgo, no en los partidos tradicionales ni en promesas demagógicas ni en tácticas clientelares, sino en el apoyo ciudadano que María Corina Machado ha conquistado con la verdad, con el valor espiritual y moral de sus convicciones y principios, con la reciedumbre de su talante frente a las adversas condiciones de su campaña, con el reconocimiento y el respeto que ella ha expresado a quienes le manifiestan su respaldo, con el agradecimiento que nunca ha dejado de decir en público a quienes la aplauden en su paso por ciudades y pueblos de la república.  





Por primera vez María Corina ha empujado de nuevo la esperanza en forma transversal de todos los sectores de la población. Este fenómeno avasallante de una multitud que ha perdido el miedo se ha producido en todas las regiones del país, recorridas de manera incluso heroica por la dirigente, pese a todos los obstáculos y dificultades muy graves a los que se ha visto forzada a enfrentar, así como sus equipos de campaña y simpatizantes; los primeros, despojados de su libertad; los segundos, confiscados de manera discrecional y arbitraria sus pertenencias y herramientas de trabajo o cerrados sus negocios por haberle tendido la mano a María Corina y a sus acompañantes en los diversos caminos del territorio nacional.

Por primera vez los sectores políticos que mantenían el control de las estrategias a través de la dirigencia de los partidos, tuvieron que ceder sus espacios, subordinar sus intereses partidistas a un bien superior y a la unidad de propósitos y han aglutinado sus maquinarias a favor de un liderazgo consolidado después de la elección primaria de octubre de 2023, ante la cual muchos de los personeros de los partidos mostraron gran escepticismo y algunos apostaron incluso al fracaso de esta convocatoria. La Plataforma Unitaria Democrática logró subordinar los distintos intereses de los partidos y la sociedad civil organizada al liderazgo, sin precedentes, de María Corina Machado quien, sin negociaciones utilitarias ni complacencia amiguista, ni con el poder actual ni con los dirigentes de los partidos tradicionales, ha revelado una capacidad de estadista con visión a largo plazo y flexibilidad para redefinir la ruta, siempre electoral, en la cual ha insistido. 

Por primera vez de manera efectiva la organización por parte de la sociedad civil para alcanzar la meta de escoger un candidato unitario para el proceso electoral presidencial, resultó en la apoteósica elección de María Corina Machado por el 93% de los votos escrutados. Inhabilitada ilegal e inconstitucionalmente, surgió un por entonces ilustre desconocido para el alto gobierno chavista: Edmundo González Urrutia. Escogido en forma unánime, nunca habríamos podido soñar con una mejor selección: persona honorable, profesional decente y preparado, diplomático de carrera, ecuánime, sereno y magnánimo con los adversarios, con una larga trayectoria como servidor público y experto en resolución de conflictos. ¿Qué mejor candidato podíamos esperar después de la objeción en contra de Corina Yoris, propuesta por María Corina Machado? La fecha de las elecciones presidenciales, adelantada de manera arbitraria para dificultar la escogencia de un representante de las fuerzas democráticas, no ha impedido una amplia correlación de fuerzas a favor de quienes queremos un cambio estructural y la transición para el rescate de la democracia. Se cumplen así las dos características que Pompeyo y Teodoro, dos demócratas consecuentes y progresistas, señalaron para esperar que, por primera vez, después de veinticinco años, un cambio de régimen sea posible en Venezuela.