Las elecciones presidenciales en Venezuela dejaron en el camino a quienes pudieron haber sido prometedores líderes, pero fueron una pieza de juego a favor del régimen venezolano. También está demostrando la fuerza y el liderazgo de una mujer: María Corina Machado. Nicolás Maduro recurre a la represión, al chantaje y a la amenaza contra la población civil, mientras busca aniquilar a líderes de la oposición en las regiones. Y quizá, lo más trascendente es que el evento electoral reveló la fea fisura que hay en la Fuerza Armada entre la cúpula militar y el resto de la estructura castrense.
Por Sebastiana Barráez / infobae.com
La pregunta más recurrente, antes de los comicios, fue: “¿Qué hará la Fuerza Armada cuando vea ese mar de gente votando para elegir a Edmundo González Urrutia?”. Las respuestas variaban, entre los más optimistas, quienes apostaban porque la FANB haría respetar la voluntad popular o quienes fueron enfáticos en decir “el cambio ocurrirá, con o sin la Fuerza Armada, aunque sin ella, será un poco más traumático”.
Hasta ahora era muy complicado demostrar por qué la cúpula, no la totalidad de la Fuerza Armada, es factor importante para sostener a Nicolás Maduro en el poder. La noche del 28 de julio, en la ansiosa espera por el primer boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE), el ministro de la Defensa, GJ (Ej) Vladimir Padrino López, dio la respuesta.
Vestido con el uniforme de campaña a quien Hugo Chávez le cambió el nombre por el de “patriota”, el titular castrense salió flanqueado por el Comandante Estratégico Operacional, GJ Domingo Antonio Hernández Lárez y por el ministro del Interior, Almirante Remigio Ceballos Ichaso, además del Alto Mando Militar, para dirigir un destemplado mensaje a la nación.
¿Por qué el ministro de la Defensa tiene que salir a hablarle al país, vestido de campaña, rodeado del Alto Mando Militar, como si el proceso electoral fuese competencia militar, cuando en realidad le pertenece al mundo civil? La respuesta fue clara. Padrino se anticipaba a la reacción que iba a ocurrir cuando el ente rector anunciara resultados no creíbles y estallaran protestas en el país.
Padrino López, y el general Hernández Lárez, con quien se ha hermanado para ser el soporte de Maduro en la travesía de legitimarlo en el poder, le enviaban al país un mensaje clarísimo, cuyo objetivo fue desanimar a los millones que esperaban ver en los resultados electorales la sustitución en la presidencia de la República.
No fue más que el complemento de lo que había ocurrido con el Plan República, desde la instalación de las mesas electorales, con abundantes denuncias que reflejaban la orden recibida por los militares de no permitirle, a los testigos de la oposición, que ingresaran a los centros electorales, sin considerar que llevaban en mano la acreditación del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Así la FANB actuaba, de manera coordinada, con el técnico del CNE, el coordinador del centro y algunos individuos civiles que funcionaron con poder de decisión para violentar los derechos de testigos y miembros de mesa que no respondían al Gobierno o al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
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