Mercurio podría tener una capa subterránea de diamantes de 18 kilómetros

Mercurio podría tener una capa subterránea de diamantes de 18 kilómetros

Mercurio debe su superficie gris a la presencia generalizada de grafito, que es una forma de carbono. Los investigadores recrearon las altas temperaturas y la presión extremas del entorno primitivo del planeta para averiguar si el carbono podría haberse transformado en cristales de diamante. Crédito: NASA/Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins/Institución Carnegie de Washington

 

Mercurio, el planeta más pequeño del Sistema Solar y el más cercano al Sol, podría esconder bajo su superficie una capa de diamantes de hasta 18 kilómetros de espesor, según una nueva investigación.

Por: CNN

Los diamantes podrían haberse formado poco después de que Mercurio se convirtiera en planeta, hace unos 4.500 millones de años, a partir de una nube arremolinada de polvo y gas, en el crisol de un entorno de alta presión y alta temperatura. En ese momento, se cree que el incipiente planeta tenía una corteza de grafito que flotaba sobre un profundo océano de magma.

Un equipo de investigadores recreó ese ambiente abrasador en un experimento, con una máquina llamada prensa de yunque que normalmente se utiliza para estudiar cómo se comportan los materiales bajo presiones extremas, pero también para la producción de diamantes sintéticos.

“Se trata de una prensa enorme que nos permite someter muestras diminutas a la misma presión y temperatura elevadas que esperaríamos encontrar en las profundidades del manto de Mercurio, en el límite entre el manto y el núcleo”, explica Bernard Charlier, director del departamento de geología de la Universidad de Lieja en Bélgica y coautor de un estudio que recoge los resultados.

El equipo introdujo una mezcla sintética de elementos (como silicio, titanio, magnesio y aluminio) en una cápsula de grafito, imitando la composición teórica del interior de Mercurio en sus inicios. A continuación, los investigadores sometieron la cápsula a presiones casi 70.000 veces superiores a las de la superficie terrestre y a temperaturas de hasta 2.000 °C (3.630 °F), reproduciendo las condiciones que probablemente se dieron cerca del núcleo de Mercurio hace miles de millones de años.

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