A 25 años de “El sexto sentido”, el giro argumental que cambió el cine

A 25 años de “El sexto sentido”, el giro argumental que cambió el cine

Protagonizado por Bruce Willis y Haley Joel Osment, “El sexto sentido” es un thriller psicológico que sigue sorprendiendo a generaciones (Disney+)

 

 

 





A 25 años de su estreno, El sexto sentido es la película que popularizó los giros de trama en el cine a inicios de la década de los 2000. El club de la lucha, Los otros, y hasta Memento son herederas de su tradición. Pero el verdadero plop twist de su historia fue que el proyecto se realizó únicamente gracias a la esperanza ciega de su director M. Night Shyamalan, un cineasta desconocido y ajeno al terror que se atrevió a pedir más de un millón de dólares para llevar a cabo la producción. Y lo más sorprendente: funcionó.

Fiorella Ramírez

A sus 25 años de edad, Shyamalan ya había tropezado dos veces en su camino a la cima de Hollywood. Primero, con su debut Praying for Anger, un filme autobiográfico que pasó desapercibido, y luego con Wide Awake, comedia dramática que que le costó 6 millones de dólares a Miramax y a penas recaudó 280 mil dólares en su paso por la cartelera. Si la reputación del cineasta aún se sostenía fue debido a su trabajo paralelo como guionista, de la que se rescataba su reescritura de Stuart Little.

Así que cuando Shyamalan regresó a Los Ángeles para buscar un estudio interesado en producir El sexto sentido, generó curiosidad al imponer dos condiciones: “tengo que ser el director y vamos a tener una oferta mínima de un millón de dólares”. No estaba fanfarroneando. Aunque sabía que su nombre estaba empañado por dos fracasos cinematográficos, planeaba dejar de lado el proyecto “si nadie quería pagar dinero por ello”. “Haré otras cosas, pero no haré la película”, le dijo a su agente.

La segunda persona en ver el potencial del guion fue David Vogel, entonces presidente de Walt Disney Studios, quien quedó fascinado con la historia y se precipitó a comprar los derechos por 3 millones de dólares. Sin embargo, la adquisición se hizo sin el visto bueno de la junta directiva, quienes no compartieron su entusiasmo por la historia, y retiraron al imprudente Vogel de su puesto.

Para recuperar algo del dinero invertido, los accionistas de Disney vendieron los derechos de producción, quedándose solo con la distribución y un discreto 12.5% de la recaudación total. Ese pequeño porcentaje sería su único consuelo luego de que la película se convirtiese en un fenómeno mundial, con seis nominaciones en los premios Oscar y un ingreso total de 673 millones de dólares.

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