Aktion T4, el siniestro programa secreto de Hitler para eliminar a los discapacitados y “purificar la raza”

Aktion T4, el siniestro programa secreto de Hitler para eliminar a los discapacitados y “purificar la raza”

Traslado de enfermos mentales durante el programa Aktion T4 de los nazis

 

Nunca desde su ascenso al poder en 1933 y menos aún a partir del comienzo de la guerra en 1939, Adolf Hitler había enfrentado una oposición interna tan extendida contra una de las políticas de su régimen como la que, a mediados de agosto de 1941 lo obligó a detener – al menos oficialmente, porque lo continuó en las sombras – el programa Aktion T4, una críptica denominación que encubría su plan sistemático para el exterminio de enfermos mentales y personas con discapacidad.

Por infobae.com





El nombre no decía nada: Aktion (Acción) T4 (Tiergartenstraße 4, es decir, calle del Jardín Zoológico, número 4) aludía simplemente a la dirección de la oscura oficina que comandaba desde Berlín a la organización que perpetraba el aniquilamiento de los “inferiores”. Liderado por Philipp Bouhler, el director de la cancillería privada de Hitler, y Karl Brandt, su médico de cabecera, el programa fue puesto en marcha con la organización del médico Viktor Brack en septiembre de 1939, unos dos años antes de que los nazis comenzaran a asesinar sistemáticamente a los judíos de Europa como parte de la “solución final”.

El programa fue una de las muchas medidas eugenésicas radicales que tenían el objetivo de restaurar la “integridad” racial del Reich alemán. Su meta era eliminar lo que los eugenistas y sus partidarios consideraban “vidas que no vale la pena vivir”. En otras palabras, las personas que, desde su perspectiva, representaban una carga tanto genética como económica para la sociedad alemana y para el Estado, debido a discapacidades psiquiátricas, neurológicas o físicas graves.

La fecha de inicio coincidió con el comienzo de la guerra y se “justificó” con un argumento práctico. “La sola idea de que un herido de guerra no tuviera cama porque ésta estuviera ocupada por un enfermo mental le parecía a Hitler insoportable, según lo dijo el mismo”, escribe el historiador Manfed Vasold en la “Enciclopedia del Nacionalsocialismo”.

Sin embargo, debajo de la excusa práctica de una necesidad de guerra se ocultaba la materialización de un viejo anhelo que el propio Hitler había planteado casi 15 años antes: “Es un contrasentido dejar que enfermos incurables contaminen continuamente a los que están sanos. La exigencia de que se impida a los individuos defectuosos propagar vástagos igualmente defectuosos es una exigencia cuya razón está clarísima. El enfermo incurable será implacablemente segregado, en caso necesario… una medida bárbara para el desdichado al que se le aplique, pero una bendición para su prójimo y para la posteridad”, se puede leer en “Mein Kampf” (“Mi Lucha”), el líbelo nazi publicado en 1925.

La mecánica de Aktion T4 era tan siniestra como sencilla: los enfermos mentales, diagnosticados por médicos cómplices, eran enviados a seis centros de eutanasia – uno instalado en Austria y cinco en Alemania – donde los niños y luego los adultos eran asesinados con una inyección letal, por inanición o por gaseo. Luego, se informaba a sus familias que su pariente había fallecido a causa de alguna complicación de su enfermedad.

El movimiento de resistencia

Pese a su carácter clandestino y a la aceitada maquinaria montada para encubrirlo, el verdadero carácter el programa de exterminio pronto se convirtió en un secreto a voces que, por primera vez en muchos años, provocó un fuerte movimiento de oposición en la sociedad alemana.

A la cabeza del movimiento se pusieron dos líderes religiosos, un católico y un protestante: el obispo de Münster, Clemens August von Galen, y el pastor Fritz von Bodelschwingh. El papel de este último fue fundamental para que se hiciera público el plan de exterminio, porque como director del Instituto Bethel para epilépticos conocía de primera mano su funcionamiento y su objetivo final.

Para leer la nota completa pulse Aquí