Este domingo 25 de agosto, se cumplen 12 años de la tragedia más grande que marcó al estado Falcón y al mundo, ya que explotó la refinería Amuay, una de las más importantes procesadoras de crudo del mundo.
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Han pasado 12 años de la terrible madrugada que duró días y que despertó al país con un estruendo inolvidable, que quedó grabado en la memoria de los que sobrevivieron a ella. Aunque incluso, el fallecido Presidente de la Republica, Hugo Chávez Frías, estuvo durante el evento e hizo varias promesas, los falconianos siguen esperando, entre todas, un sistema de salud público que atienda las necesidades básicas de los paraguaneros y la unidad de quemados que se prometió construir a un lado del hospital Doctor Rafael Calles Sierra, que aunque es el más grande de Paraguaná, carece de insumos y servicios para atender emergencias simples y aún más cuando ocurren accidentes que ameritan atención especializada a quemados.
Chávez anunció en ese entonces, la creación de la unidad de quemados para atender las emergencias, ya que aunque tenían este importante hospital, la Península de Paraguaná no contaba con una unidad de quemados, pese a que tiene las dos refinerías más grandes del país que conforman el Complejo Refinador de Paraguaná, hasta la fecha nada se ha concretado.
Posterior a la explosión de Amuay, ha habido accidentes que dejan quemados de gravedad, como trabajadores de Corpoelec y una explosión por fuga de gas doméstico en el Complejo Habitacional Bicentenario de Punta Cardón; los quemados han tenido que ser referidos al hospital Coromoto de Maracaibo, porque es la unidad de quemados más cercana, impidiendo así la atención especializada que ameritan estos casos, además de necesitar un gran movimiento de equipos, especialista y hasta helicópteros para poder ejecutar el traslado.
La Unidad de Quemados para el hospital Doctor Rafael Calles Sierra es una deuda pendiente del gobierno venezolano, tanto para la industria petrolera de Falcón como para los habitantes de las comunidades que colindan con ambas refinerías. En Falcón, no es como en otros países que las refinerías están en las afueras de las ciudades, en esta región costera, las refinerías Amuay y Cardón están rodeadas de sectores habitacionales y populares que han ido creciendo con el paso de los años y se han acostumbrado a los sonidos de los mechurrios que están siempre encendidos.
En el caso de la Comunidad Cardón, habitada principalmente por trabajadores petroleros jubilados, está alrededor de la refinería Cardón, así como el asentamiento pesquero de Punta Cardón; incluso los pescadores conocen los sonidos y humos que emite la refinería, también porque han trabajado en ella y aprendieron a identificar su comportamiento básico. En el caso de Amuay está rodeada por los sectores de Antiguo Aeropuerto y Alí Primera, ambos que fueron afectados durante la explosión de 2012, aunque muchos fueron reubicados en otros sectores, familias se mantienen en el lugar y también resisten a los gases, humos y sonidos de la refinería.
Estos sectores, aunque están alrededor de las procesadoras de crudo más importantes de Venezuela, padecen de falta de agua potable por tuberías, por lo que sus habitantes abren huecos en las tuberías que llevan agua a ambas refinerías para abastecerse en vehículos construidos con material de desecho que empujan con su propio peso.
También necesitan asfaltado en sus calles que muestran gran deterioro por falta de mantenimiento y por desborde de aguas negras, otras como en el sector Las Piedras, ni siquiera han sido asfaltadas por primera vez.
En cualquier parte del mundo, las comunidades que colindan con las refinerías, pudieran ser las más beneficiadas debido a su responsabilidad social, sin embargo en la Península de Paraguaná esto no se cumple. Los sectores populares pasan las mismas necesidades que otras zonas, incluso en algunos casos como el de los sectores que comprende Antiguo Aeropuerto, las fallas eléctricas son diarias y varias veces al día.
“A nosotros nos toca comprar agua todas las semanas porque no hemos podido reunir para comprar un tanque más grande. Tenemos uno de dos mil litros que llenamos cuando llega el agua. Cuando llega el agua uno no duerme, tienes que hacer todo mientras haya porque ya no llega dentro de un mes. De paso se va la luz todos los días y a cada rato y sin luz no podemos encender las bombas, o sea volvemos a quedar sin agua. Tengo familias en otros sectores que pasan lo mismo, pero lo de la luz aquí es desesperante”, dijo Nuria Dorante, habitante de Antiguo Aeropuerto.
“Nosotros en Las Piedras hemos tenido acceso a trabajo en la refinería, uno se postula y a veces queda. Los salarios son bajos, apenas para preparar la vianda. No es como en otros tiempos que uno trabajaba y con el retiro arreglaba su casa o acomodaba el carro. Ya eso no se puede, por eso la gente aquí prefiere vivir de la pesca”, dijo un habitante de Las Piedras que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias.
La tragedia de la madrugada del 25 de agosto de 2012, dejó más de 40 muertos y al menos 160 heridos, según los reportes oficiales, aunque hubo personas desaparecidas que no fueron localizadas. La explosión desapareció al Destacamento de la Guardia Nacional, al igual que la Planta de Hidrógeno y la sede de Puramín.
El 25 de agosto, siempre será para los paraguaneros un día de luto ante la tragedia más grande que se haya registrado y de la que se necesita aprender para avanzar y evitar nuevos eventos.