Se dice que los primeros “influencers” de la historia fueron todos los profetas que caminaron por el mundo para promover el amor universal en tiempos de barbarie. Pero hoy en día, este término se encuentra mucho más democratizado: en redes sociales, cada 15 minutos (o menos) surge una nueva estrella en el firmamento digital.
Por: TN
Ciertamente, en el mercado argentino y en la región iberoamericana hay casos de éxito comprobables, pero en comparación, estos nichos palidecen ante escenarios similares en otras latitudes. Solo hay que mirar hacia la agresiva competencia que impera en países como Corea del Sur, Japón e incluso China, donde este concepto explotó a una escala tan masiva que se convirtió en un verdadero emporio multimillonario que mueve distintos sectores del mercado local.
Cada año, miles de jóvenes incursionan en el mundo digital con la esperanza de alcanzar la fama. No obstante, el éxito no es para todos: en Oriente los estándares exceden los límites apenas admisibles de Occidente. Dicho de otra manera, son casi inalcanzables. Sin embargo, el rubro logra sostenerse por el esfuerzo de quienes lo logran. Los ansiados “Me gusta” y miles de seguidores validan el esfuerzo de cada creador para mantenerse en vigencia.
Para dimensionar el alcance de este interesante nicho, el nuevo reality surcoreano The Influencer (Netflix), ofrece una visión bastante clara. De hecho, sinceramente atemorizante sobre cómo funciona el mundillo exclusivo de los influencers en este país. Es como una versión apta para todo público de Los juegos del Calamar, solo que, salvo algunos egos, ningún creador de contenido saldrá herido de este interesante Juego de supervivencia social.
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