Muchas de las recetas sociales en boga no son sino las mismas ideas viejas que parten de negar la libre iniciativa individual como la fuente del progreso. En aras del progresismo se han vuelto a probar, bajo otros nombres, las mismas fórmulas que nos han conducido en Venezuela y América Latina adonde estamos. Con ello queda asegurado la perpetuación de la crisis, de la que viven cada día más políticos, militares, burócratas, asesores internacionales y organismos de ayuda del exterior.
En una sociedad, con división de trabajo, es preciso organizar la convivencia económica que consiga la asignación eficaz de los recursos, la coordinación de las decisiones y la mejor selección de los empresarios que las toman. Ello hay que hacerlo mediante mecanismos que permitan conseguir estos objetivos compatibles con el grado de libertad deseado. De aquí que el orden económico esté íntimamente relacionado con el orden social y político de un país.
Cuando el orden político es de dirección central ( burocracia ), socialista y estatista, nos encontramos con que las decisiones se toman muy alejadas de los lugares básicos donde se produce la información. Ello impide la adecuada participación que termina debilitando el sentido de la responsabilidad y generando motivaciones erróneas o falta de las mismas. Todo ello hace que las estructuras se vuelvan opacas y se pierda el rendimiento, se produce una especie de huida colectiva de la responsabilidad hacia una desmoralización paralizadora de los necesarios mecanismos de respuesta capaces de curar las enfermedades de unas organizaciones que terminan volviéndose ineficaces.
Cuando actualmente el Profesor o el médico están falsamente motivados, ello significa que ambos tienen ingresos reducidos o muy bajos cuando desempeñan correctamente sus deberes sociales, y que solo pueden llegar a ingresos elevados si descuidan sus deberes. Cuando el enfermo lo pasa mejor que el sano, cuando se hace posible explotar a la sociedad, a través del seguro contra el desempleo,a través del reciclaje, a través de declaraciones deshonestas, cuando se crean, por lo tanto, condiciones en las cuales los que trabajan de forma honesta y seria, lo pasan peor que los que conocen perfectamente todos los pasadizos de nuestro sistema social, entonces no se crea solamente la ineficacia, sino también la envidia y el mal humor. El amplio malestar de nuestra sociedad está íntimamente relacionado con el hecho de que hemos acribillado cada vez más el principio del rendimiento.
Los beneficios son un criterio del rendimiento, un instrumento de control. A diferencia del control realizado a través del mercado competitivo, el que se realiza en los sistemas burocráticos se apoya en la obediencia. No hay que olvidar que la auténtica conquista de la teoría clásica de la economía de mercado no fue la eficiencia, sino la libertad.
Por eso, economistas como Milton Friedman, Hayek , Ropke y Muller-Armack intentaron , llamar la atención hacia el hecho de que la conquista real de la economía de mercado no era la riqueza, sino la libertad.
Por ello cuando se destruye la conciencia del rendimiento y se rechaza el control a través de la competencia en el mercado no solo se está destruyendo la base de la economía racional, sino que, también, se están minando los mismos cimientos de la legitimación democrática.
En la era de la cibernética, es decir en la era de la economía informada no hay progreso posible sin partir del supuesto de la libertad. La libertad no solo es necesaria para el progreso económico, sino que, incluso, se impone justificar la necesidad de su limitación en favor de un desarrollo tecnológico que nunca puede realizarse mediante la renuncia a la independencia de la persona.
La competencia en el mercado cada vez tiene mayor importancia, no solamente en la asignación eficaz de los recursos y en la selección de empresarios, sino también que por ser la clave de un sistema de libertades económicas ( de producción, de consumo, de empresas, de ocupación, etc ) hace que venga a constituir la pieza básica de la convivencia política dentro de un orden democrático. Esta es la razón por la cual nos encontramos ante una institución de carácter público que justifica tanto la trascendencia y la responsabilidad social de las funciones que el empresario ejerce en el mismo, como la intervención del Estado para su buen funcionamiento.
Es preciso reconocer que solamente viviremos un sistema auténtico de mercado, es decir, lo que se conoce como el sistema de Libre empresa cuando todas las empresas y sectores tengan las mismas reglas del juego. En otro caso, los empresarios atentos a la productividad, a la competencia, a los costos y a los precios se desmoralizaran llegando a destruirse la conciencia del rendimiento, el cual, como ya hemos dicho, controlado a través de la competencia en el mercado, no solamente es la base de la economía racional, sino de la convivencia democrática.
Por todas estas razones, la economía de mercado, entendemos que a quien beneficia no es solo a la eficacia, a la selección de los mejores empresarios , sino que lo verdaderamente esencial quizá sea el beneficio que reporta a la estabilidad dinámica de la convivencia económica, social y política dentro de un orden democrático.
Un ejemplo del beneficio que genera una economía de libre mercado, lo tenemos en la sociedad alemana después de segunda guerra mundial. Después de la ceguera del criterio económico planificador y socialista, surgió una gran fuerza dinámica que se encendió en el pueblo alemán tan pronto como éste pudo recobrar la conciencia del valor y dignidad de la libertad. Alemania en 1948 , al igual que Venezuela hoy en día , estaba aniquilada y convertida en un Caos de tal naturaleza, que nadie que no lo haya presenciado puede imaginárselo. Por eso Alemania que tiene muy claro lo que significa tener una economía de mercado y una sociedad libre, han asumido sin ambigüedad ni complejos, una línea dura y clara en cuanto a apoyar a Venezuela para que consiga salir de ésta tragedia y destrucción, y pueda construir una economía de libre mercado para crear prosperidad.
Lo que necesitan nuestros países en Latinoamérica y en particular hoy Venezuela es un ” milagro económico” que nos permita 1.- ser independientes de los vaivenes de la geopolítica en que nos metió este régimen socialista, 2.- erradicar la pobreza que nos agobia, y que es el caldo de cultivo de la subversión, y 3.- integrarnos al Primer Mundo, no en medio de modelos o recetas ideológicas erradas, sino a través del libre comercio y de la cooperación voluntaria y pacífica. Pero , sobretodo necesitamos crear las condiciones que permitan enfrentar el reto del crecimiento económico y brindar verdaderas oportunidades para progresar a los jóvenes.
Ese ” milagro económico ” es la libertad para que cada quien pueda buscar su felicidad, no hay misterio en el éxito.
El progreso es la simple consecuencia de las decisiones de todas las personas que buscan mejorar su propia condición, en un medio social de respeto a los demás.
El milagro se produce cuando las instituciones sociales positivas , como el Estado, las leyes, las organizaciones empresariales, las aduanas, los impuestos, etc , no van contra la naturaleza espontánea del orden de la libertad.
Ya las excusas se le terminaron a quienes no aceptan que el Libre comercio o mercado y una economía competitiva si funcionan sobre todo para elevar el nivel de vida de los más pobres.
Néstor Suárez Msc y PhD en economía.
@NestorSuarezRB