Mitos y realidades del Tren de Aragua en Estados Unidos

Mitos y realidades del Tren de Aragua en Estados Unidos

Jóvenes armados con pistolas y rifles de asalto ingresan a un edificio de departamentos en Aurora, Colorado, en un video viralizado en redes sociales. RR SS

 

Las imágenes muestran a un grupo de jóvenes entrando a saco en un edificio residencial en Aurora, Colorado. Escondían sus rostros bajo gorras de béisbol y capuchas, y algunos de ellos portaban pistolas y rifles de asalto, mientras intentaban forzar la entrada de un apartamento. En TikTok, donde el video tuvo millones de vistas, se atribuyó el asalto a miembros de la megabanda venezolana el Tren de Aragua, afirmando que el complejo The Edge At Lowry Apartments había sido tomado por los criminales.

Por El País





La policía de Aurora, a cargo de investigar la situación, dijo que no encontró indicios de actividad criminal en el complejo ni mucho menos que había sido tomado, aunque varios de sus presuntos miembros han sido detenidos en Colorado en días recientes. Sin embargo, la congresista republicana Lauren Boebert, una de las voceras más aguerridas del armamentismo y la fobia contra los migrantes, acusó a los medios de encubrir la actividad criminal para favorecer una política de fronteras abiertas y ciudades santuarios defendida por los demócratas.

Mientras tanto en X, Elon Musk, uno de los principales aliados de Donald Trump, le añadía más leña al fuego al compartir la grabación de la llamada al número de emergencia 911 donde una mujer denunciaba la supuesta toma de un edificio en Chicago por 32 migrantes venezolanos armados. No menciona al Tren de Aragua. Solo venezolanos. Al visitar el lugar, la policía de Chicago no encontró nada que reportar. Se trataba de un bulo, pero el post de Musk recibió 12 millones de vistas y contagió a otra cuenta de extrema derecha donde se viralizó con 15 millones de vistas más.

En otro post en la cuenta Shred News, un joven blanco afirmaba que no había nada improvisado en el ataque de los 32 venezolanos, sino que era parte de una estrategia deliberada de invasión. No titubeaba en echarle la culpa a Joe Biden y Kamala Harris por no hacer nada mientras “nuestras ciudades y casas” eran tomadas por gente “que no respeta lo que aquí hemos construido, por nuestras leyes y nuestros valores”. El chico llamaba a los patriotas como él a comprar más municiones para defender al país de quienes quieren destruirlo. Este video obtuvo también miles de vistas.

El Tren de Aragua es, en efecto, una banda peligrosa. Se originó en la cárcel de Tocorón en Venezuela hace más de una década y es conocida por un portafolio criminal que va desde la extorsión y el narcotráfico hasta el asesinato y la trata humana. La diáspora venezolana la dispersó por las Américas. Hoy está activa en varios países del continente y en un puñado de ciudades de Estados Unidos. Su impacto ha sido tan nefasto que en países como Chile ha generado una percepción negativa sobre los migrantes venezolanos.

Todo esto es cierto. Lo que no es cierto es que el país se encuentra azotado por una de las bandas más peligrosas del mundo. Tampoco que Biden y Harris hayan hecho la vista gorda. Al contrario, su Gobierno designó al Tren de Aragua organización criminal transnacional en julio y ofrece 12 millones de dólares por la captura de sus líderes.

La narrativa que se está construyendo en torno a esta banda es una operación propagandística de ultraderecha con el objetivo bastante obvio de sembrar miedo y odio en el momento en que pueden dar mayor rendimiento político. Las redes, empezando por X, son la cabeza de playa de esta campaña de desinformación.

Pero yendo más allá de la campaña, ¿por qué esta obsesión con el Tren de Aragua? En realidad, estamos siendo testigos de “la invención de un enemigo”, en el sentido que le dio el filósofo y humanista Umberto Eco a la expresión. “El epítome de la diferencia es el extranjero, que habla la lengua de manera defectuosa y, por lo tanto, no sabe pensar”. A menudo ese inmigrante es una persona en condiciones miserables que se porta de manera distinta y no ha asimilado aún el modo de vida del lugar donde ha llegado, como les ocurre a muchos de los miles de migrantes venezolanos.

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