María Corina está acá y Edmundo allá, en España. Siguen luchando en favor de los venezolanos y representan una esperanza que no puede ser eclipsada por las tinieblas del poder establecido.
Millones de compatriotas dentro de nuestras fronteras, y millones también en el exterior, están unidos en una aspiración de cambio democrático que el despotismo no puede ni podrá destruir.
Sin legitimidad ni credibilidad, a Maduro y los suyos les queda reforzar el terror represivo como imposición de fuerza. Todo el mundo sabe éso. Todo el mundo.
Acá y allá, donde sea, la lucha continuará hasta reivindicar la voluntad soberana del pueblo venezolano, y luego en el complejo sendero de reconstruir un país desde los cimientos, y con la paz fundada en una justicia verdadera.