Durante más de un mes -desde el 29 de julio hasta “principios de septiembre”-, Edmundo González fue “presionado, coaccionado, amenazado y chantajeado” mientras permanecía bajo la protección del embajador neerlandés en Caracas, Robert Schuddeboom.
Por: El Español
Además de los desafíos públicos de Nicolás Maduro y de los tres requerimientos de la Fiscalía que desoyó, el candidato de la oposición democrática en las elecciones presidenciales del 28 de julio recibió llamadas a su teléfono móvil, mensajes de correo electrónico y advertencias a su familia. Concretamente a su hija y su nieto, residentes en la capital venezolana.
En todas estas ocasiones, el mensaje era siempre el mismo: se le ofrecía una salida del país caribeño “o atenerse a las consecuencias”. Eso sí, siempre bajo la condición de que firmara un documento reconociendo la validez de los resultados proclamados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo.
El embajador Schuddeboom anunció hace una semana su jubilación, sólo cinco o seis días después de despedirse de González Urrutia.
Nunca dejó entrar a su residencia ni a las dependencias oficiales a los enviados del régimen, y “animó al líder opositor a resistir”. A pesar de ello, la legación diplomática llegó a ser rodeada por adeptos al régimen y agentes del Sebin (la policía política chavista).
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