España ha sido duramente criticada por presuntamente facilitar el exilio del principal candidato presidencial de la oposición venezolana, quien bajo la protección diplomática española fue presionado para firmar un documento de reconocimiento de la victoria de Nicolás Maduro.
Por Michael Stott , Bryan Harris y Barney Jopson | Financial Times
Edmundo González, un exdiplomático venezolano que, según la oposición, ganó las elecciones de julio, salió de Caracas el 7 de septiembre para buscar asilo político en España después de pasar semanas escondido para evitar ser arrestado. Su salida asestó un duro golpe a la oposición, que había prometido instalar a González como presidente cuando termine el actual mandato de Maduro en enero.
Un alto funcionario del gobierno brasileño le dijo al Financial Times que los hermanos (Delcy y Jorge) Rodríguez visitaron la residencia para presionar a González, algo que “nunca debió haberse permitido”.
“Maduro lo expulsó [a González] del país a través de la intimidación y… el Estado español fue el principal facilitador”, dijo el funcionario. “Tienen que explicar lo que hicieron y rendir cuentas”.
El gobierno español rechaza las acusaciones de que tuvo un papel en obligar a González a salir del país e insiste en que había tratado de garantizar la seguridad del líder opositor y había estado respondiendo a su solicitud de asilo.
González se había refugiado de manera segura durante casi cinco semanas en la residencia de la embajada holandesa después de las elecciones, pero solo fue visitado por el dúo Rodríguez después de mudarse a la residencia española.
El opositor venezolano habló con José Luis Rodríguez Zapatero, un ex primer ministro socialista español cercano a Maduro, que fue una figura clave en la negociación del acuerdo que llevó a la salida de González, dijo la persona al FT.
El funcionario brasileño dijo que entendía que Zapatero había discutido el plan para exiliar a González a España con la pareja Rodríguez “y ayudó a implementarlo”.
Zapatero no pudo ser contactado para hacer comentarios.
Lea más en Financial Times