Un mes antes de que Cúcuta fuera estremecida por la masacre ocurrida a la entrada del colegio Santo Ángel de la Guarda, ocurrida el pasado sábado 14 de septiembre, en un punto de El Zulia se reunieron los integrantes de una banda criminal con emisarios enviados por poderosos narcotraficantes mexicanos y venezolanos para definir un ajuste de cuentas.
Por: La Opinión
El encuentro no duró mucho. Solo se dio para terminar de afinar detalles de cómo se ejecutaría la orden dada por los jefes de uno de los carteles de México y el de Los Soles para asesinar a alguien que presuntamente se quedó con una millonaria suma en dólares perteneciente a dichas organizaciones mafiosas.
Ahí se habría cuadrado cuántas personas participarían, qué tipo de armas usarían y cómo las transportarían para evitar que las autoridades frustraran el macabro plan. Además, se terminó de hablar cuánto dinero pagarían por ejecutar el ataque.
Quienes estuvieron en la cita criminal tenían claro que el objetivo no era fácil, pues su víctima andaba con escoltas y además se movilizaba en un vehículo blindado, razón por la cual debían organizar todo muy bien.
Tras ese encuentro, los asesinos contratados por unos 200 millones de pesos, se dieron en la tarea de iniciar los seguimientos de su víctima, para conocer todos los movimientos y así buscar el momento preciso para cumplir con el sangriento contrato.
Esta parte de la historia de ese aterrador hecho, también la han logrado conocer las autoridades tras varios días de indagaciones que viene adelantando un grupo interinstitucional que organizó la Policía Metropolitana y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) para capturar a los responsables.
El plan que se comenzó a fraguar en El Zulia, a 20 minutos del centro de la capital de Norte de Santander, iba dirigido contra Luis Miguel Osorio Chacín, quien se presentaba como empresario y ganadero venezolano, siendo conocido por un pequeño círculo social de la ciudad.
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