Esas personas son como las abejas de las que hablan los científicos: si desaparecieran, el mundo entero colapsaría, porque ellas hacen posible la vida, el crecimiento y el renacimiento. En nuestra Venezuela, llena de obstáculos y desafíos, esas abejas son cada hombre y mujer que, con valentía y perseverancia, desafían la oscuridad que los rodea. A veces parecen pequeños e insignificantes, pero cada gesto, cada acto de lucha, es una semilla de libertad. Porque la verdadera grandeza no se mide por el tamaño de nuestros logros, sino por la pureza de nuestras intenciones y el sacrificio que estamos dispuestos a hacer por los demás.
Recuerdo cuando un maestro me dijo que hay dos tipos de personas en el mundo: las que son como las moscas, que solo ven la suciedad y lo negativo, y las que son como las abejas, que, a pesar de estar rodeadas de dificultades, siempre encuentran la dulzura en medio del caos. Nosotros, los que luchamos por un país mejor, somos como esas abejas. Por más barro y adversidad que enfrentemos, elegimos centrarnos en lo bello, en lo posible, en aquello que aún puede florecer. Porque el poder de cambiar nuestro entorno no está en esperar a que las cosas mejoren, sino en decidir qué es lo que queremos ver.
Como dijo Albus Dumbledore, “La felicidad se puede hallar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz.” Esa luz somos nosotros. Cada acto de valentía, cada palabra de aliento, cada resistencia frente a la injusticia es un rayo de luz que disipa la oscuridad. Y aunque a veces parezca que la lucha es interminable, que el túnel no tiene fin, debemos recordar que la verdadera magia de la vida es la capacidad de levantarse una y otra vez, de no rendirse. Porque la libertad, como el néctar de las flores, se construye gota a gota, esfuerzo a esfuerzo.
Así que, cuando el cansancio te alcance y sientas que las fuerzas flaquean, recuerda que hay un enjambre de abejas como tú, trabajando incansablemente para que un día, Venezuela sea el jardín que siempre debió ser: un lugar donde la dignidad y la justicia florezcan en cada rincón. Somos el cambio que esta tierra necesita. Somos la esperanza que no muere, la voz que no se silencia. Somos las abejas que polinizan la libertad, y no descansaremos hasta que cada pétalo de nuestro sueño se abra al sol de un nuevo amanecer. ¡Vamos, sigamos adelante, porque mientras haya abejas, siempre habrá flores y, con ellas, un futuro lleno de posibilidades!
Vamos por más…
Jhose I Gerbasi