Gerardo Lucas: Desaprender lo aprendido (II)

Gerardo Lucas: Desaprender lo aprendido (II)

En mi época de estudiante en el Liceo La República, en el Paraíso, en los años cincuenta, en el curso de Historia Universal aprendimos la importancia que tuvieron las revoluciones en el avance social del hombre.  

 La Carta Magna de 1215, que se vio forzado a firmar el rey Juan I de Inglaterra (que reinó de 1199-1216), fue una primera conquista que logró limitar los poderes absolutos del monarca, y garantizar la protección de los intereses de los barones. Este instrumento contribuyó posteriormente, con la creación del Parlamento con representación de los Lores, (Cámara de los Lores) y más adelante, con la Cámara de los Comunes.  

La Revolución Americana (norte), libera a las Trece Colonias de la opresión inglesa y es refrendado en dos documentos; la Declaración de Independencia promulgada el 4 de julio de 1776, y la Constitución el 17 de septiembre de 1787, que introduce una división de los poderes a fin de garantizar que no se vuelva a imponer la autocracia.  La Revolución Francesa de 1789, termina con el Antiguo Régimen y promulga los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Simón Bolívar y la Revolución Americana (Sur) acabó con el dominio español en América. En el siglo XIX los movimientos obreros conducen a la Revolución Soviética (URSS) en 1917, que acaba con el capital privado y la sociedad de clases, un experimento social que se difundió por el mundo. Nuestro 23 de enero de 1958, acontecimiento cívico militar, acabó con la dictadura perezjimenista. Siguió, en nuestro continente la revolución cubana, que emuló a la soviética, pero en un contexto tropical. 

Toda esta cultura revolucionaria, que durante generaciones penetró en nuestro subconsciente colectivo, y que pontifica que las grandes realizaciones sociales provienen de una revolución, inspiró a generaciones de jóvenes militares venezolanos que intentaron alcanzar el poder mediante el uso de las armas, y luego de múltiples fracasos en los años sesenta y noventa, terminó, décadas después, en un grupo de ellos que se hicieron con el poder a través del voto (aprendieron), e instalaron lo que llamaron “la revolución bolivariana” que acabó siendo una pobre revolución cleptocrática.

La escuela de la revolución, que ha tenido gloriosas y también perniciosas consecuencias, junto con el golpe de estado, nos ha traído a los venezolanos tristes y nefastas consecuencias. A las nuevas generaciones se le impone la tarea de desaprender, para aprender, y sin duda, serán más conservadores que sus padres y abuelos. 

Países como España aprendieron esta lección, después de padecer una cruel Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura Franquista (1939-1975), han llegado a una Democracia Social (socialista) dentro de un marco capitalista donde se venera, de forma que a nosotros nos parece exagerada, la estabilidad y la continuidad sobre el cambio, unido a una veneración por la tradición. Los españoles, algo estancados, pero felices tienen como consigna el muy poco revolucionario: “No pasa nada”.

Gerardo Lucas. Economista-Historiador/gerardolucas.wordpress.com

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