Richard Bailey respira aliviado frente al restaurante Captain Curt’s Crab & Oyster Bar, un establecimiento cuyo colorido letrero e iconografía refleja el carácter bucólico de Siesta Key, el poblado de cara al Golfo de México por donde la noche del miércoles tocó tierra el huracán Milton y cuyos residentes se temían lo peor.
“Esta vez parece que ha sido un poco menos de lo que fue la vez pasada”, señaló a EFE un sonriente Bailley, de rostro curtido por una vida transcurrida pegada al mar y responsable de la cocina de este local que se jacta de ofrecer las mejores almejas en este cayo ubicado al sur de Sarasota.
El pintoresco local de comida marina no es que luzca indemne. De hecho todavía son visibles las huellas de aquel otro huracán de “la vez pasada”, el poderoso Helene que el 26 de septiembre alcanzó el noroeste de Florida y produjo devastación en casi toda la costa oeste, incluido Siesta Key, y más de 230 muertes.
“Ya habíamos arrancado todas las paredes de todo el interior del edificio. Acabábamos de empezar a colocar cosas cuando esto (Milton) iba a llegar, así que lo pusimos en un pasillo, Y parece que nos libramos de algo importante en esta ocasión”, explicó Bailey.
Tras Helene, las calles y viviendas de este refugio de estadounidenses retirados y hogar de quienes han optado por una vida sin prisas y en chanclas sufrieron inundaciones importantes, y las aguas arrasaron con lo que encontró.
Aún en algunas esquinas son visibles la pilas de escombros, mobiliario y hasta electrodomésticos acumuladas por los residentes tras el impacto de Helene, y que milagrosamente no salieron volando por los vientos de Milton.
Por el contrario, tras el azote de Milton la arteria Midnight Pass, que atraviesa el cayo de norte a sur, era transitable y en esta ocasión las inundaciones consistieron en algunos grandes charcos desperdigados en algunas zonas.
Esta vez fue el viento
“El viento fue el gran problema. Tuvimos muchos daños en el exterior de nuestra tienda debido al viento”, explicó a EFE Dan Leonards, dueño del Lenny’s Pizza and Island Bar, local de la pequeña zona comercial del balneario que ahora, a causa de Milton, adolece de un letrero.
Con todo, y a pesar de que todavía no contaban con agua ni luz a la mañana siguiente de que el huracán tocara tierra en este enclave con vientos de 205 kilómetros por hora, es decir con categoría 3, Leonards reconoció que el daño que su negocio sufrió ha sido mínimo.
Los vecinos de este idílico poblado se saludaban congratulados y confirmaban impresiones, agradecidos de que esta vez no padecieron los peores efectos de un sistema tropical, en una área que en los últimos tres años ha sido resultado vulnerable no solo al impacto de Helene sino también al de Ian, que en 2022 castigó con virulencia la zona.
Milton ocasionó inundaciones más profundas un poco más al sur de Sarasota, cerca de Fort Myers, y es responsable de al menos 13 muertes, con la mayor cifra en el condado de St. Lucie, en la costa este del estado y donde se produjeron decenas de tornados, los cuales han sido el principal factor de destrucción de este ciclón.
Siesta Key parece haberse librado de estos estragos, aún cuando muchos preveían que la marejada ciclónica sería “terrible”, como dijo a EFE Cherie, quien por primera vez evacuó y esperó la llegada de Milton en la casa de unos amigos ubicada tierra adentro, donde ni siquiera perdieron electricidad.
“Sé que todos mis amigos y muchas otras personas estaban rezando, probablemente más fuerte que nunca, para que esto no nos afectara tan fuerte como decían. Y creo que todos nos despertamos esta mañana tan aliviados de que no lo pasamos tan mal como pensábamos”, explicó la mujer, residente en Siesta Key desde hace unos cuatro años.
Cherie, que por precaución puso a buen recaudo sus documentos y cosas de valor en sitios de altura al interior de su vivienda, comprobó que también se libró de las consecuencias de la marejada ciclónica y de los vientos.
“Hay mucho por lo que estar agradecido”, reconoció la mujer.
EFE