El terror de los pesqueros ilegales en una isla protegida de Colombia

El terror de los pesqueros ilegales en una isla protegida de Colombia

Esta fotografía difundida por la Fundación Conservación de la Biodiversidad de Colombia muestra al capitán del catamarán Silky, Darío Ortiz (derecha), sacando redes de pesca en el Santuario de Fauna y Flora Malpelo, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en el Pacífico colombiano el 13 de septiembre de 2023. (Fotografía de la Fundación Conservación de la Biodiversidad de Colombia / AFP)

 

El catamarán Silky custodia las aguas de Malpelo, una remota isla rocosa y edén para especies marinas amenazadas del Pacífico colombiano. La tripulación de ambientalistas es el terror de los pesqueros ilegales que masacraban tiburones dentro de la reserva.

A 500 kilómetros de la costa de Colombia, el pequeño navío permanece vigilante, siempre cerca de la inmensa roca inhabitada. Su presencia ha provocado una disminución de las faenas de los pescadores en esta zona protegida de uno de los países de mayor riqueza natural y sede de la COP16 sobre biodiversidad este mes.

Desde 2018, estos defensores de los tiburones se enfrentan contra embarcaciones asiáticas y de países vecinos. Los centinelas hacen recorridos y si detectan sospechosos los obligan a irse con gritos y amenazas de llamar a las autoridades.

También bucean para cortar las redes de pesca y liberar los animales que quedan enganchados en los anzuelos.

“Tratamos en lo posible de quitarles los equipos, liberar las especies que estén atrapadas, esa es la misión principal”, dice Darío Ortiz, de 53 años y uno de los capitanes del Silky.

Antiguo pescador artesanal reconvertido en ambientalista, Ortiz permanece durante 45 días en medio del Pacífico hasta que llega el cambio de turno con algún colega.

“Ya siento como el corazoncito de pertenencia y la idea es que conservemos” este proyecto, explica en Malpelo, adonde la AFP llegó tras más de 20 horas de navegación en un buque de la Armada colombiana.

La iniciativa es liderada por Érika López, una curtida buceadora que quedó aterrada al ver la pesca indiscriminada en esta zona protegida de más de 857.000 hectáreas y reconocida como Patrimonio de la Humanidad por Unesco.

Según la Fundación Biodiversity Conservation Colombia, que dirige López con el patrocinio de un filántropo australiano, los guardianes del Silky han salvado a 508 animales desde 2018.

También provocaron la huida de 302 embarcaciones y recogieron más de 70.000 metros de cuerdas para pesca.

Una embarcación ecuatoriana que pesca ilegalmente en la zona del Santuario de Fauna y Flora Malpelo, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es retratada después de ser detenida por la Unidad de Reacción Rápida de Guardacostas de la Armada de Colombia en el Pacífico colombiano el 8 de septiembre de 2024. (Foto de Luis ACOSTA / AFP)

 

365 días

Desde diciembre pasado los trabajadores del Silky no han visto pesqueros cerca de Malpelo.

“Esta embarcación tiene que estar básicamente 24/7, 365 días del año conteniendo esta amenaza”, dice López, de 51 años.

“Realmente este proyecto refleja su éxito en que no regresan al área protegida a hacer sus faenas de pesca (…) Cuantos menos veamos (pescadores), más éxito estamos teniendo”, agrega.

Colombia no lleva un registro de tiburones víctimas de la caza ilegal.

Entre 2012 y 2022 las autoridades incautaron más de 334 toneladas de carne de peces extraídos de su hábitat ilegalmente, según el Ministerio de Ambiente.

Por tratarse de un punto clave en su trayectoria migratoria para descansar y alimentarse, las aguas de Malpelo están repletas de tiburones martillo, ballena y otras especies amenazadas o vulnerables.

En realidad la isla es la cúspide de unas 350 hectáreas de cordillera submarina. Arriba de la roca, a la que únicamente se puede ascender con una escalera colgante de madera, hay especies endémicas de aves, cangrejos y reptiles.

Considerado un olimpo del buceo, turistas llegan hasta aquí pagando miles de dólares y permanecen pocos días alojados en barcos.

Su lejanía y riqueza la “hacen un lugar muy apetecido por las pesqueras industriales, tanto nacionales como internacionales. Pescadores de Ecuador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua que buscan todo esto, estas especies que tenemos acá en el área”, cuenta Héctor Montaño, un funcionario de la estatal Parques Nacionales Naturales y tripulante del Silky.

Una embarcación ecuatoriana que pesca ilegalmente en el área del Santuario de Fauna y Flora Malpelo, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es retratada después de ser detenida por la Unidad de Reacción Rápida de Guardacostas de la Armada de Colombia en el Pacífico colombiano el 8 de septiembre de 2024. (Foto de Luis ACOSTA / AFP)

 

“Rico y apetecido”

En alta mar y fuera del área de Malpelo, el buque ARC 7 de Agosto de la Armada realiza una persecución cinematográfica tras tres pescadores ecuatorianos, detenidos después con cinco tiburones decapitados.

“El Pacífico colombiano es muy rico”, afirma el almirante de la Armada Rafael Aranguren.

Con “nuestros buques podemos llegar a esta parte del territorio y ejercer los controles para que no exploten ilícitamente esas riquezas, para que no deterioren el medio ambiente a fin de garantizar (que) se preserve en el tiempo”, dice el comandante de los marinos en el Pacífico.

La Armada afirma haber detenido este año a 30 personas por pesca ilegal en Colombia.

El gobierno permitió a principios de año que los pescadores artesanales consuman carne de tiburones si cayeron involuntariamente en sus redes. La decisión provocó rechazo entre ambientalistas, que la consideran un incentivo al consumo y caza de estos animales.

El sueño de López es tener en todo este océano una flotilla de embarcaciones dedicadas a la conservación y la ciencia.

El Silky debe “tomarse como un referente para generar nuevas alianzas y nuevas estrategias para el control (de la pesca ilegal) que nos aqueja a todos en el mundo”, concluye. AFP

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