Gustavo Coronel: La puntilla para Maduro en manos de los Estados Unidos

Gustavo Coronel: La puntilla para Maduro en manos de los Estados Unidos

Gustavo Coronel

La pesadilla creada por Hugo Chávez y continuada por Nicolás Maduro, la cual dura casi 24 años, ha debido terminar mucho antes si el ejército venezolano hubiese actuado fiel a su juramento y si una masa crítica de venezolanos hubiese insurgido en contra de ese par de crueles bufones políticos. Son muchos los compatriotas, desde los empresarios de Fedecámaras hasta los más humildes de los barrios que han guardado silencio, desconociendo las exigencias éticas de actuar decisivamente en contra de los criminales. Al carecer de este respaldo los honestos y heroicos venezolanos que si comprendieron esa necesidad han pagado un alto precio en prisión, destierro y sufrimiento.

Por cada Franklin Brito y por cada María Corina Machado quienes han cumplido a cabalidad con sus deberes ciudadanos hay venezolanos cobardes, de deleznable calidad ética, quienes han preferido bajarse los pantalones para coexistir pacíficamente con el régimen de terror. Los hemos mencionado en varias oportunidades porque ya ellos y ellas no se preocupan de disimular su entrega.

Un proceso de desintegración moral como el que ocurre en Venezuela tiene años en marcha en Cuba y en Nicaragua, no ha logrado igual éxito en Ecuador o Chile, pende de la balanza en Bolivia, Brasil y en Honduras, ha sufrido graves derrotas en Argentina y en Perú pero ha hecho progresos con Gustavo Petro en Colombia, un país culto donde tristemente las fuerzas de la ignorancia y del fanatismo ideológico han resurgido con fuerza.





En Venezuela la progresiva prostitución social y política iniciada por Hugo Chávez ayudado por un gran ingreso petrolero parecía haber adquirido ya una fuerza irreversible, sobre todo al ser apuntalada por una Fuerza Armada traidora comandada por Vladimir Padrino López. Sin embargo, esta fuerza armada ha probado ser muy mediocre, ineficiente y rapaz, lo cual ha permitido una creciente fragmentación del poder político, el cual se encuentra dividido en, al menos, tres grupos en silenciosa pugna: los militares de Padrino y el clan Maduro; la tribu de Diosdado Cabello y la pandilla de los hermanos Rodríguez. En este momento ninguno de los tres grupos parece tener suficiente fuerza para imponer sus objetivos, lo cual ha llevado al debilitamiento del régimen y a forcejeos internos. En el plano internacional el régimen está más aislado que nunca, ha perdido el apoyo otrora incondicional de Lula y Petro y está lejos de sus atribulados aliados Cuba, Rusia e Irán, los cuales poseen sus propios problemas.

Ello presenta a las fuerzas democráticas internas y externas una excelente oportunidad de extremar sus presiones sobre el régimen, no solo en el campo de las tibias declaraciones diplomáticas que son generalmente improductivas sino las relacionadas con la aplicación de justicia y con las fuentes de financiamiento del régimen. Me refiero a la acción requerida por la comunidad internacional contra la represión feroz que lleva a cabo el régimen y a su gran dependencia en actividades de extracción ilegal de minerales, narcotráfico y la producción petrolera de Chevron para mantenerse financieramente a flote.

El régimen está a punto de melcocha si el gobierno de los Estados Unidos y la importante empresa petrolera actúan en línea con sus principios de defensa de los derechos humanos, como lo estipulan sus leyes y sus códigos de ética corporativos y en línea con sus verdaderos intereses estratégicos en Venezuela.