“Fui una niña especial, discapacitada… caminé a los 15 años y ahora me dedico en cuerpo y alma a quienes más lo necesitan, inspirada en mi propia experiencia”.
Milvia Russian @rayitodeluzfoundation es una mujer de fe y constancia que trabaja con las familias más desfavorecidas y vulnerables de Florida, Estados Unidos, promoviendo el bienestar y la inclusión social de niños con discapacidad a través de programas de desarrollo e integración.
En #SoyVenezolano le cuenta a @nandasalas cómo la natación se convirtió en una poderosa herramienta para mejorar sus propias capacidades físicas y las de otras personas con necesidades especiales.
“Yo nací con una enfermedad en el fémur… la parte de la pierna no soportaba el peso de mi cuerpo, resbalaba la cabeza del fémur. Eso es una distrofia que creo que es genética, de familia”, cuenta.
Recuerda que pasó por mucho dolor, exámenes médicos e intervenciones antes de comenzar a caminar, y que al superar su problema físico se aferró a la natación como terapia para fortalecer sus músculos y su esperanza.
“Me gustaba mucho nadar, y me instruí en todo lo que es la parte acuática. Empecé a trabajar muy duro la natación, junto con la Fundación Rayito de Luz, porque una de las promesas que me hice en la vida fue, ¿cómo le pago yo a Dios que volví a caminar?”.
Su afán por ayudar y aportar a la sociedad la impulsó a crear la “Fundación Rayito de Luz”, una organización que ha “diseñado un programa especial que combina terapia convencional (ocupacional, física, dialogada) y terapia no convencional (natación, caballos y nado con delfines) para ayudar a niños con condiciones como Síndrome de Down, Autismo, Parálisis Cerebral, Síndrome de Prader-Willi y Síndrome de Angelman mejorando sus habilidades generales y motoras, facilitando su integración a la sociedad y ampliando sus oportunidades de desarrollo”, dice Russian.
Cuenta que Rayito de Luz es la única fundación en el estado de la Florida que ofrece terapias acuáticas, equinoterapia y con delfín, sin fines de lucro.
“Rayito de luz para mi es una Bendición, una bendición hoy en día que puedo ayudar a gente que no sabe a dónde ir, y que está buscando una esperanza para su niño. Ahora estamos impulsando una campaña de apadrinamiento de niños con discapacidad con el fin de apoyar sus terapias y mejorar sus vidas”.
Milvia emigró muy joven a la ciudad de Miami. “No tuve papeles por 5 años. Mi abuela me pidió. La vida como inmigrante no es nada fácil, ok, pero cuando uno quiere lograr algo, uno lo hace”, comenta aliviada.
Para esta venezolana su misión en la vida es clara. Dice sentirse satisfecha por el trabajo que realiza, y por el apoyo que recibe para poder seguir adelante. Siempre le agradece a Dios: “si no lo tuviera a él no tendría nada”, asegura.
“Uno en esta vida lo que viene es a dar no a recibir… Y es mejor dar que recibir porque cuando te vas de esta vida no te llevas nada, solo te llevas los buenos recuerdos que has hecho por ti y por los otros seres queridos”.