Estuvo 11 minutos muerta en Kansas y Dios le mostró aquello que tanto anhelaba

Estuvo 11 minutos muerta en Kansas y Dios le mostró aquello que tanto anhelaba

Una mujer estuvo muerta por 11 minutos y en este tiempo habría logrado conocer de la mano de Dios, el cielo y el infierno (imagen ilustrativa) Foto: Pexels

 

En 2019, una mujer llamada Charlotte Holmes, de Wichita, Kansas, Estados Unidos, estuvo muerta durante 11 minutos y, cuando revivió, dijo que “Dios le mostró el cielo y el infierno”, de este último se llevó una grata sorpresa.

Por La Nación

Todo ocurrió cuando Holmes fue a una visita de rutina con su cardiólogo. Sin embargo, de un momento a otro se comenzó a sentir mal y su presión arterial subió de manera repentina. Fue entonces que el personal solicitó que sea llevada de urgencia a un hospital y al ser atendida determinaron que sufrió un ataque al corazón.

Mientras los médicos hacían todo lo posible para salvarle la vida, ella empezó a hablar y a describirle “flores hermosas” a su esposo Danny, quien fue el encargado de estar con ella en ese duro momento. En una entrevista para el programa cristiano The 700 club, ella contó su testimonio sobre todo lo que vivió mientras estuvo muerta.

“Miré a mi alrededor y vi que no había flores en esa habitación. Fue entonces cuando supe que ella no estaba en este mundo”, dijo su esposo Danny. El corazón de esta mujer se había detenido por 11 minutos, y los médicos la declararon clínicamente muerta. En el programa mencionado anteriormente, ella contó qué fue lo que más le impactó y cómo vivió ese momento.

“Pude ver a Danny de pie en una esquina (…). Pude ver a todas las enfermeras en la habitación. Entonces abrí los ojos y miré a mi alrededor. Podía ver los árboles, podía ver la hierba. Y todo se mecía con la música, porque todo en el cielo adora a Dios”, añadió.

En su conversación, Charlotte contó que no sabía cómo describir el cielo, ya que era perfecto y mejor de lo que ella podía llegar a imaginarse. “Estaba muy por encima de lo que podemos siquiera imaginar por mucho. Es un lugar sin miedo, donde solo hay alegría. Vi a mi madre. Vi a mi papá. Vi a mi hermana. Vi a miembros de la familia parados detrás. No parecían viejos, no parecían enfermos, ninguno llevaba anteojos. Parecían tener unos 30 años y se veían muy bien”, manifestó.

Lea más en La Nación

Exit mobile version