El periodismo de estos días tiene sus matices que lo diferencian de quienes creen que informar es solo difundir todo lo que pase frente a las narices. Es una tarea más compleja y de alta responsabilidad.
El periodismo del siglo XX, por ejemplo, guarda su solidez, sus bases, sus fundamentos que son clave para el desarrollo de la profesión, y quien no quiera entender corre el riesgo de equivocarse, cuando se trata de informar e intenta convertirse en un periodista de oficio.
Un periodista tiene una gran responsabilidad con la sociedad, un deber que se debe al público, no al revés como piensan muchos. En estos días primero privilegian sus intereses de ganar seguidores antes de difundir una información cierta, verificada e importante.
Ese es uno de los grandes errores de aquellos influencers que tratan de ser periodistas o de aquellos periodistas que tratan de ser influencers como en algunos casos se dan.
Los influencers buscan monetizar, es decir, ganar adhesiones y ser vistos por la mayor parte de la gente con la única finalidad de generar dinero de allí una gran y sustancial diferencia.
A los influencers no les importa decir cualquier cosa y agigantarla en términos sensacionalistas para lograr sus propósitos.
También tienen el único fin de captar seguidores, porque mientras más seguidores tengan más les pagan las grandes plataformas tecnológicas de allí que de una forma u otra la tarea periodística la colocan debajo de la mesa, es decir, el último de los propósitos es informar debidamente con profesionalismo.
A los influencers no les importa mentir con tal de lograr sus fines, también esa es una gran diferencia con el periodismo de ayer y de hoy.
En muchos casos hay algunos influencers que solo son caras bonitas que buscan explotar la belleza tratando de lograr la atracción, y hasta incurren en algunos casos en vestimenta subjetivas para lograr sus propósitos.
La responsabilidad del periodista, la formación académica, su compromiso con la democracia definen al periodista en estos tiempos.
A los periodistas nos corresponde enfrentar los desafíos que significa esta profesión y grandes riesgos hasta de jugarse la vida que nos diferencian de los demás, y esto siempre ha existido históricamente. Pero hay gente que intenta desvirtuar y limitar el trabajo de los comunicadores utilizando la deshonestidad para captar al público desprevenido.
Estos tiempos han traído muchos retos para los periodistas tratar de comprobar y confirmar la información antes de hacerla pública.
Y no podemos de dejar de referirnos a la libertad de expresión en muchos casos limitándola con chantajes y censura como una forma de aplastar cualquier opinión contraria. Nuestro continente tiene ejemplos de sobra en este sentido.
Hoy más que nunca se necesitan periodistas profesionales que sepan el manejo de la información y que estén comprometidos con la verdad, y sobre todo que sean libres.
En latinoamérica y el mundo hay una tendencia hacia las tiranías de distintos signos, de regímenes autoritarios allí juega un papel determinante el comunicador profesional como garantía de las libertades.
Un periodista bien formado cuando hace una nota de prensa se sabe que hay rigurosidad en el manejo de la información en el influencer es muchas veces todo lo contrario.
Decir la verdad está vigente siempre y transmitirla es un compromiso con las realidades del hombre de hoy que no tiene cabida para la comicidad de muchos que, queriendo suplantar al periodista, intentan vanagloriarse como tal. Craso error.
@angelmontielp
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