En pleno llano venezolano, en El Nula, capital de la Parroquia San Camilo, Municipio Paez del Estado Apure, el asesinato del dirigente opositor Edwin Santos, en manos de los verdugos del régimen de Maduro, se erige como un sombrío recordatorio de la salvaje represión que sufren quienes en nuestro país luchan por la libertad y la justicia.
Este trágico acontecimiento no solo marca la pérdida de una valiosa vida humana, sino que también representa el sufrimiento de millones de venezolanos que anhelan un futuro donde sus sueños y voces por una verdadera democracia no sean silenciadas a través del terrorismo de Estado.
La historia del dirigente del partido Voluntad Popular y Director del comando de campaña de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, en El Nula, frontera con Colombia, se convierte en un nuevo símbolo de resistencia, comienza con su valentía para alzar la voz contra un sistema que ha traicionado a su pueblo.
Su arresto, motivado por su activismo político y su firme oposición al régimen, fue un acto de valor en tiempos de miedo.
Dicen que tres días antes Edwin Santos había sido secuestrado por los esbirros del régimen, quienes lo habrían torturado hasta matarlo.
El día de su muerte, la noticia se esparció como un fuego voraz en las redes sociales y en los corazones de quienes lo conocieron.
Amigos, familiares y desconocidos se unieron en un lamento colectivo, un eco que resonó en las calles y en los hogares de un país que no cesa de perder a sus héroes.
Las lágrimas de dolor se mezclaron con la indignación, creando un torrente de emociones que mostró la profundidad del vacío que deja un líder caído.
El asesinato de este preso político, Edwin Santos, no es un hecho aislado; es parte de un patrón sistemático de represalias contra quienes desafían al aginizante régimende Maduro y sus cómplices.
La represión se manifiesta en cada rincón de Venezuela, donde el terrorismo de Estado se ciñe sobre los corazones de aquellos que buscan el cambio.
Sin embargo, este hecho atroz también despierta la luz de la esperanza.
La memoria de quienes han caído en la lucha por la libertad sigue viva, impulsando a generaciones enteras a continuar la batalla por un futuro mejor.
Las manifestaciones en las calles, los homenajes en redes sociales, y las vigas de luz que iluminan la oscuridad son prueba de que la llama de la lucha por los derechos humanos no se extingue.
Así, el legado de Edwin Santos, asesinado por los verdugos del regimen de Maduro, se convierte en un llamado a la acción, una súplica para que la comunidad internacional, en especial la Corte Penal Internacional (CPI) no permanezca en silencio como hasta ahora ante esta nueva injusticia.
La lucha por la verdad y la libertad nunca ha sido fácil, pero cada voz que se alza en protesta, cada lágrima que se derrama por los caídos, se traduce en un paso hacia adelante.
Este dolor transformador es un recordatorio de que la historia de Venezuela sigue en marcha, y que cada vida arrebatada es un motivo más para seguir luchando.
En memoria de Edwin Santos y de aquellos que han sacrificado todo por el ideal de libertad, es crucial que los venezolanos sin distingos de ninguna índole y el mundo escuchen.
El asesinato de este preso político es más que un trágico acontecimiento; es un llamado urgente a la acción, que resuena en el corazón de cada venezolano y en cada rincón del planeta que valora la dignidad humana y la justicia.
No olvidemos sus nombres, ni sus historias, porque en ellos reside la verdad de un pueblo que, a pesar de la represión, continúa levantando la voz por un mañana donde el respeto a los derechos humanos sea una realidad y no solo un sueño.