Nadie ha pegado ojo en el complejo deportivo de la Petxina. El medio centenar de personas que han pasado la noche allí recuerdan con terror lo vivido cuando, en apenas unos minutos, se encontraron atrapados por un alud de agua que pudo costarles la vida.
Por: El Mundo
Paco aún está asimilando que se salvara casi de manera milagrosa. Se cubre con una toalla las piernas porque el agua el arrancó hasta la ropa. En los brazos tiene moratones y arañazos por haberse agarrado a la vida con todo lo que podía. “La velocidad del agua era demencial”, asegura.
Volvía desde Valencia a su casa en Picassent, unos pocos kilómetros que le llevan a atravesar el cauce del Turia -desviado a principios de los 80 para evitar inundaciones en la ciudad- cuando quedó atrapado. “Eran las 19:30 y decidí ir por un polígono y el camino de la Pedrera. En ese momento no pasaba nada, ni llovía. Pero antes de llegar a la primera rotonda, ya había coches que se daban la vuelta avisando que el barranco [del Poyo] se estaba desbordando”, cuenta.
A partir de ese momento, el desastre. “El agua iba a una velocidad demencial, arrastraba los coches, no nos dio tiempo a salir de ahí. La presión era tremenda. Conseguí salir del coche y el agua me empotró contra una valla a la que me conseguí agarrar, pero no podía moverme. No me dejaba. Me arrancó la ropa. Se abrió un barranco que era la muerte y yo no me quería morir”, relata.
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