Hay personas cuyas vidas son fascinantes. Por supuesto, vistas en retrospectiva. La de Tanya Smith es una de esas. Su historia es tan alucinante que si fuera la trama de un libro o de una película clase B parecería cuanto menos exagerada.
Por Clarín
Es que Tanya, que es estadounidense y hoy tiene 64 años, ha vivido cosas poco comunes para el resto de los mortales. De allí lo atrayente de sus vivencias, que tienen todo lo que necesita una buena trama: estafa, millones de dólares, escape de prisión y, claro, redención.
Pero empecemos, como corresponde, por el principio. Los primeros años de vida de Smith no podrían haber sido más tranquilos. Ella y sus cinco hermanos, incluida su hermana gemela, tuvieron una crianza segura y llena de amor en el norte de Minneapolis, en Estados Unidos.
Sus padres se conocieron mientras estudiaban en una universidad cristiana históricamente negra y se convirtieron en líderes de la comunidad; su padre abrió un teatro que se convirtió en un centro de la cultura negra y de la clase trabajadora. Las personas sin hogar y desfavorecidas eran recibidas regularmente en la casa familiar.
“Éramos una familia muy agradable, teníamos muchos amigos”, le cuenta la mujer a The Guardian. “Nuestros padres siempre decían: ¡el cielo es el límite! Fue la mejor época de mi vida”.
Una fuga de película
Era 5 de enero de 1988, cuando Tanya, que entonces cumplía su segundo año de una condena de 13 años de prisión en Virginia Occidental, salió de su celda y siguió caminando.
La mujer, que había sido sentenciada por fraude bancario y electrónico, ya no soportaba el encierro. Y, cada vez más desesperada, urdió un plan poco ortodoxo para intentar escapar: con la ayuda de un cómplice, se disfrazó de abogada y pasó andando con confianza entre los guardias de seguridad que observaban cada uno de sus movimientos.
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