Llegó el 1° de noviembre y con ello empresas públicas y privadas han comenzado a pagar los aguinaldos que deberían alcanzar para las festividades navideñas.
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Sin embargo, los falconianos anhelan hacer un mercado completo que alcance por lo menos para un mes, pero el dinero “se vuelve sal y agua”.
Una docente de secundaria, que prefirió no identificarse, dijo que el salario no alcanza para nada. “Uno cobra y sale corriendo a comprar lo poco para lo que alcanza porque con esa alza del dólar, los productos tienen un precio en la mañana y otro en la tarde”.
Lamentó que lo que cobró el 25 de octubre, que es la segunda quincena para los docentes, no le alcanzó ni para hacer un mercado completo a su familia de cuatro integrantes.
“Yo compro algunas cositas y mi esposo compra el resto. Igual no comemos como antes que uno desayunaba sus huevos, arepa y queso, su buen almuerzo con proteína, ensalada y algún carbohidrato, en la cena uno comía una arepa con mortadela y queso, y en sus comidas no faltaba el jugo y el café. Ahora no comemos ni la mitad de todo eso”.
Por su parte, Aída Blanco, una pensionada de 69 años que prestó servicios en la empresa pública, dijo que con sus aguinaldos pintaba la casa, compraba algún mueble que necesitaba y hacía la comida para toda la familia; ahora no le alcanza ni para la comida de una semana.
“Es lamentable cómo hemos perdido todo el poder adquisitivo, ya ni comemos completo, como al venezolano le gusta. Mis hijos me mandan plata de afuera porque yo no he querido irme, pero con eso que me mandan es que mantengo mi casa en pie, sino ya se me fuera caído encima”, dijo.
En el centro de Punto Fijo, se ve la gente comprando y buscando precios de artículos. La mayoría afirma que reciben remesas de familiares en el exterior que hacen posible sus Navidades.
“Es un protocolo recibir plata de afuera porque uno en el banco lo recibe a la tasa del Banco Central de Venezuela y en la calle lo cobran a paralelo, es decir, que con lo que compraba con 20 dólares ahora necesito casi 30. Estamos sobreviviendo y pidiéndole a Dios no enfermarnos, porque en los hospitales no hay nada y los medicamentos están carísimos”, dijo Pedro Yagua, habitante del sector Punta Cardón.