Simaray Sanzo estaba desesperada. Su tiempo en un hotel que servía de albergue para familias migrantes estaba a punto de agotarse. Ella y su marido, Samuel, no tenían trabajo ni dónde vivir con su hijo de 6 años, Santi (diminutivo de Santiago).
Por CNN
Así que posteó en un grupo de Facebook de un barrio de Denver buscando cualquier tipo de ayuda que pudiera conseguir.
Un mensaje privado llegó a su bandeja de entrada menos de 30 minutos después: “Hola Sima, ¡bienvenidos a Denver! Puedo intentar ayudarte un poco”.
Simaray se sorprendió de que alguien hubiera respondido tan rápidamente.
Aquel mensaje le cambiaría la vida.
Pero Simaray no lo sabía entonces. Y sabía muy poco de la mujer que le había tendido la mano.
Simaray utilizó Google Translate para entender las palabras en inglés y responder con más detalles sobre su familia. Era un martes de enero. Hicieron planes para comer unos días más tarde, un domingo. Simaray no estaba segura de qué esperar.
Un almuerzo amistoso acaba en una sorprendente revelación
Cuando se dirigían a comer, la mujer se presentó como Courtney. Había traído a su marido y a dos de sus tres hijos.
“Hola, yo soy Mike”, dijo su marido.
A Samuel y Simaray les pareció humilde y sin pretensiones. Hablaba español. Y ayudó a traducir su conversación para los demás.
La hija de 12 años de la pareja estadounidense, Ava, tenía muchas preguntas para Simaray y su familia.
“¿Cómo llegaron hasta aquí? ¿Cómo fue su viaje? ¿Por qué vinieron?”.
“Así que a partir de ahí empezamos a explicarle por qué habíamos atravesado ocho países para llegar hasta aquí”, recuerda Samuel.
Él y Simaray relataron los peligros del viaje: cómo habían visto a gente caer al vacío mientras avanzaban penosamente por la selva, y cómo intentaron distraer a sus hijos con falsas promesas de que si seguían adelante tendrían la oportunidad de montar a caballo el resto del camino. Dijeron que se habían ido de Venezuela porque sentían que no tenían otra opción.
Al poco tiempo, el almuerzo parecía una comida entre amigos.
Pero después de casi una hora juntos, una cosa que dijo Mike dejó a Simaray y Samuel perplejos.
“Soy el alcalde de Denver”, dijo en español.
Seguramente se equivocó al hablar, pensó Samuel, o la traducción falló. Probablemente trabaja para la oficina del alcalde, se dijo Samuel, restándole importancia.
Después de comer, la familia estadounidense llevó a Simaray, Samuel y Santi a una farmacia a comprar champú y otros artículos que necesitaban.
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