El 6 de junio de este año, Sunita Williams y Barry Wilmore quedaron varados en la Estación Espacial Internacional, conocida como ISS por sus siglas en inglés. Si bien el trabajo por el que habían sido enviados tenía una duración estimada de ocho días, su tiempo se alargó debido a problemas técnicos.
Por La Nación
Aunque las comunicaciones con los astronautas son constante y ambos pudieron abastecerse de elementos vitales para su subsistencia, lo cierto es que nadie, hasta el momento, había permanecido tanto tiempo fuera de la Tierra como para conocer cuáles eras las consecuencias que la falta de gravedad, oxígeno y la cercanía al Sol producían en el cuerpo.
En una reciente imagen difundida de Sunita Williams quedaron visibles los signos de desgaste físico y envejecimiento que se generan. En la foto se puede ver a la mujer muy relajada comiendo una porción de pizza y papas fritas. Aunque esta publicación por parte de la NASA buscó ser una muestra de que todo está en orden y que aun los astronautas conservan las esperanzas de volver con sus familias, lo cierto es que el aspecto de ella preocupó a muchos.
Williams presenta su cuerpo consumido, mejillas hundidas, ojos ennegrecidos y una gran cantidad de canas y arrugas. El doctor Vinay Gupta, neumólogo en Seattle, dialogó con el diario británico Daily Mail sobre este tema y remarcó la urgencia de que sean utilizados todos los recursos necesarios para traer a ambos astronautas de nuevo a la Tierra.
“Lo que se observa en la imagen es a alguien que enfrenta los efectos naturales del estrés prolongado de vivir en altitud extrema, incluso dentro de una cabina presurizada”, comenzó diciendo el experto y remarcó que el déficit calórico es uno de los primeros síntomas que generan los viajes al espacio.
“Su cuerpo en estos momentos está trabajando más de lo habitual solo para realizar funciones básicas, debido a la menor presión parcial de oxígeno en comparación con el nivel del mar”, explicó el especialista. Si bien aquellas personas que son enviadas al espacio son entrenadas durante años para enfrentar condiciones extremas, el cuerpo humano sufre inevitablemente la adaptación a la microgravedad.
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