Cuando escuché a la aspirante a la presidencia de los Estados Unidos sentenciar ignorante y patéticamente que su contrincante, Donald Trump, era “Hitler”, sí, ¡Hitler!, entendí que algo andaba mal, muy mal. La disparatada sentencia fue acompañada por Hillary Clinton, Obama, varios medios de comunicación y sus “investigadores periodistas”. Intenté conversar con algunos de ellos sobre el exabrupto y trataron de razonarme, entre ira y resentimiento, su estrambótico porqué.
Fue instantáneo y triste notar que el partido demócrata se había quedado misteriosamente sin argumentos políticos, que el socialismo lo había infiltrado y hecho caer en la insensatez.
¿Hitler? What the fuck?
El cowboy neoyorkino
Trump, a su vez, con su estilo desenfrenado de cowboy neoyorkino, arrogante, rudo, pugnaz y maniqueo –como es– habló del flagelo criminal de la migración ilegal, propuso políticas económicas, enalteció el valor del ciudadano estadounidense frente a las supuestas políticas de desapego de la administración Biden, habló de seguridad ciudadana ante el crimen, fijó políticas de las mayorías (sí, de las mayorías) frente al desenfreno rabioso de las minorías (la locura “WOKE”, la marihuana, el aborto, etc.).
Para bien o para mal, gústele a quien le guste, Trump ganó porque habló de lo que importa a una nación, simbolizó a su gente, sirvió en McDonald, manejó un camión de basura.
No fue Hitler, sin embargo la minoría le disparó, y falló.
La sangre y la bandera
Para despecho de haters e iracundos, la estampa del candidato Trump alcanzado por la bala asesina de un francotirador, herido, levantando la mano como signo de fortaleza, la bandera de “estrellas y rayas” encumbrando su rostro ensangrentado, su grito:“fight!”, formarán parte del imaginario estadounidense y será recordada históricamente como símbolo de heroísmo. La minoría que lo quiso matar, lo enalteció. Frente a semejante acto, Kamala bailó, cantó, sonrío, confesó que no había ido a la frontera, que los problemas económicos y políticos (que su administración causó) cambiarían, se olvidó de lo importante, se quedó sin argumentos: ¡Trump es Hitler!, es malo, malísimo.
Un “Hitler” sin presos políticos, sin tortura, sin invasiones, sin campos de concentración, sin asesinatos, un “Hitler” que financió la vacuna que salvó al mundo de una pandemia.
Pensé: hablemos en serio, por favor.
La marihuana o la economía
Las elecciones estadounidenses fueron un enorme aprendizaje para mí y espero que también lo sean para ti, seas demócrata o republicano, seas liberal o conservador, seas socialdemócrata o libertario. Las naciones deben enfocar su atención sobre lo que importa: el equilibrio entre el poder y el ciudadano, la economía, la seguridad, los valores democráticos; el respeto de las minorías, sí, pero no la imposición de su agenda ni sus disparos resentidos. En ocasiones los conductores de la república no son los mejores hombres, son aquellos que entienden las necesidades de un pueblo y las traducen en palabras, ideas y hechos políticos.
El socialismo que ha permeado en el partido demócrata le ha hecho tanto daño como se lo ha causado al mundo. Los ha dejado sin palabras, ideas o hechos políticos.
¿Qué es más importante para una nación la marihuana y el aborto o la migración ilegal y la economía?
Trump es Trump
Hitler y Mussolini, así como Stalin y Mao, iniciaron sus carreras políticas defendiendo valores socialistas. El partido liderado por Hitler, el “nacional socialista” (NAZI), no era ni republicano ni liberal, era anticapitalista. Las peores tiranías de la historia de la humanidad han surgido como movimientos embaucadores socialistas. Trump es un populista, no un socialista, esa distinción es crucial para interpretar el futuro de la nación más poderosa y avanzada de la historia de la humanidad. Una nación fundada sobre los valores de la Ilustración, es decir, de la libertad, la igualdad y la fraternidad, no se va a convertir en una tiranía socialista.
Trump no es Hitler, Trump es Trump, un ciudadano que come Mc Donalds y bebe Coca-Cola, que representa el modelo de sociedad americano, claro, y su sueño…
No será el fin del mundo, será el inició de otro mundo.
¿Cuál?