León Sarcos: Dentro de nosotros, ciudadanos, está la unica llave del progreso

León Sarcos: Dentro de nosotros, ciudadanos, está la unica llave del progreso

Toda felicidad es una inocencia. Marguerite Yourcenar. Con mi experimento aprendí al menos que quien avance confiado en la dirección de sus sueños y acometa la vida tal y como la ha imaginado recibirá a cambio una gratificación que no le otorga el tiempo ordinario.  Henry David Thoreau. En el Bhagavad Gita hay un pasaje en el cual Krishna dice a Arjuna: Combate como si el combate sirviera para algo…

Yo diría, vive para crear, ser útil y mejor, no importa que la gente hoy no lo perciba, te ponga obstáculos o te ignore. Hace muchos años me enamoré de una expresión que me pareció seductora a mis 18 años: Sufrimos por vivir en un mundo sin finalidad. Estaba por abrazar una causa, y la del ambiente y el cuidado y protección de la Tierra siempre me cautivó –viniendo parte de mis ancestros de la Guajira, una tierra abandonada a la buena de Dios y su gente olvidada por indiferentes, lejanos y ausentes gobiernos–. La idea me atraía como un imán. 

Pero el destino del primer ciclo de mi vida estaba inscrito en la política militante, por lo que terminaría alejándome de mi vocación primaria y aprendiendo rápidamente las razones prácticas que me explicaban, porque no tenía pasta para el ejercicio de la política, a pesar de tener una corta y muy distinguida carrera como dirigente estudiantil. Las dos principales: no sabía simular y menos aún mentir.





Política de crecimiento económico

Lo que pensamos, lo que sabemos, lo que creemos, a fin de cuenta es de poca importancia. Lo único realmente trascendente es lo que hacemos. John Ruskin

Más me impresionó el complemento de la expresión garaudiana, que hoy evoco en el momento en que escribo este corto ensayo, como si el tiempo estuviera congelado: Lo que se llama política de crecimiento es una política que carece de otro objetivo que el de permitir que la máquina siga funcionando. Aunque se trate de una máquina inútil, dañina, mortal incluso. Un solo credo inconfesado: 

Todo lo que sea técnicamente posible es perfectamente necesario y deseable: fabricar más armamento nuclear, ir a la luna y colocar estaciones para competir por el dominio del espacio, destruir el ambiente mediante la contaminación de energías fósiles, guerras provocadas sin justificación para aniquilarse entre sí, fabricación de nuevas tecnologías militares y de avanzada, aparatos hechos de metal que, nutridos de la inteligencia humana, tienen menos costos al producirlos en serie y mantenerlos, y pueden hacer el mismo trabajo de los seres humanos.

Esa visión del intelectual francés, en los hechos, no ha cambiado nada; por el contrario, se ha fortalecido –salteando todos los pasos para regular los intereses que siempre han movido al verdadero desarrollo–, permitiendo que los gobiernos y los propietarios del capital trabajen para acrecentar la brecha entre ricos y pobres, para aumentar el abismo que separa el conocimiento de la ignorancia, y para poner la ciencia y la tecnología al servicio del capital y no del desarrollo humano.

No se trata de suspender el crecimiento, sino de reorientarlo para que no sirva a la degradación, al envilecimiento y el deterioro de su hábitat, sino al desarrollo del ser humano, la preservación de su dignidad y la garantía saludable de su entorno. Es cierto que el mundo sigue siendo una selva donde los fuertes devoran a los débiles: las grandes empresas aplastan a las pequeñas, los desposeídos se encuentran cada vez más a merced de los poderosos y de las nuevas tecnologías. 

Las grandes corporaciones tecnológicas, gigantescos monstruos pantagruélicos, se adueñan del mundo y escapan a todo control por parte de los distintos gobiernos y las distintas sociedades. Ya se sabe que Elon Musk, Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Ellison, Sergey Brin, Jack Ma y Michael Dell, entre otros magnates dueños de las grandes corporaciones tecnológicas, son los grandes influencers de muchas de las decisiones determinantes que se llevan adelante en el planeta. Son los nuevos capos del capitalismo, los nuevos propietarios del manejo de la mente humana.

Dos vertientes de un mismo problema

Mi modo de vida me ofrecía al menos una ventaja sobre quienes para divertirse están obligados a mirar afuera, hacia la sociedad y el teatro, pues mi propia vida llegó a ser mi diversión, y nunca dejó de comportarme como vivo.  Henry David Thoreau.

El crecimiento tiene dos vertientes que corren inseparables: el modelo económico en sí y las consecuencias ambientales que genera ese tipo de crecimiento, del que muchos gobiernos se convierten en cómplices o se hacen de la vista gorda frente a los abusos que provoca sobre el ambiente; catastróficos para el futuro y el desarrollo humano.

La clave fundamental del modelo de crecimiento existente en Occidente es que los fines últimos están orientados a la acumulación en la propiedad en detrimento de la riqueza del ser, del desarrollo de la vida, del desarrollo humano. El problema esencial es que el ciudadano está al margen de las decisiones. Su participación es, ha sido y sigue confiscada desde la base por medio de una delegación de poder permanente, global, profesionalizado y corrompido, en buena parte, que ha creado un gran abismo entre manipuladores y manipulados, entre dirigentes y dirigidos.

Nadie, ni siquiera los dirigentes más calificados de la sociedad civil, tiene posibilidad de acceder al centro donde se elaboran los proyectos y se toman las decisiones últimas.  Decisiones de las que depende el futuro generalmente son tomadas por una cúpula invisible, desde el sitio donde va a constituirse la represa o la ruta donde va a pasar el ferrocarril, hasta la construcción de los más sofisticados armamentos, sin tomar en cuenta las decisiones de la parte más activa de las sociedades occidentales. Esto es aún peor en las sociedades hispánicas latinoamericanas, en la medida en que se refuerza el autoritarismo de los liderazgos-espectáculo y de las caricaturas de socialismo monárquico a la cubana.

La cultura y la enseñanza, en el Occidente capitalista y cristiano, tiene por función principal reproducir los comportamientos de la selva con sus jerarquías y competencias, reduciendo al máximo la reflexión, la crítica sobre los fines, y utilizando la ciencia y la tecnología para transformarlo todo en mercancía y manipular descaradamente gustos, inclinaciones, pensamientos y placeres de los seres humanos. 

El mercado es la máxima revelación de ese abuso. Es el ultraje de la condición humana más a la mano, con la que poco tienen que ver sus auténticas convicciones. El ciudadano es un venadito fácil de cazar como afirman los profesionales del juego de los iniciados en las apuestas. Él no tiene que ver absolutamente nada con lo que se produce, su calidad y menos con el establecimiento de su precio. Compra, compra y compra, consume, consume y consume, hasta gastarlo todo y endeudarse. Como el jugador de Dostoievski juega, juega y juega hasta perderlo todo.

En una situación tan singular como esta, resulta imposible concientizar sobre los grandes peligros que se ciernen sobre el mundo. Para controlar a quienes se convierten en grandes depredadores del ambiente, por sus acciones políticas y económicas, haría falta una nueva cultura. 

Una muestra de la nula importancia o más bien del peligro que representa crear una conciencia ambiental para el mundo de los grandes negocios, es lo insignificante que resulta este problema para su difusión a través de las nuevas tecnologías. ¿Han logrado detectar los seguidores en las redes alguna premiación especial, algún incentivo monetario, algunos mensajes gratuitos que ayuden a la concientización de los efectos perversos que representa para el ser humano el uso sin controles de algunas energías? Estoy seguro que no. 

Las políticas ambientales

Si acoges con alegría al día y la noche, si la vida exhala un aroma de flores y de hierbas aromáticas, y así es más ligera, más estrellada, más inmortal, ese es vuestro éxito. Henry David Thoreau.

En la década del 70, a partir de una solicitud realizada por Suecia en carta a las Naciones Unidas de mayo de 1968, ante la necesidad de una gobernanza ambiental a nivel global, se convocó en Estocolmo la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Originalmente, la propuesta fue cuestionada por los países en desarrollo –paradójicamente como productores de materias primas–, para quienes este asunto –según sus portavoces– no era prioritario para naciones en situación de pobreza.

Gracias al liderazgo del canadiense Maurice Strong, se logró persuadir a varios de los líderes de estos países para llevar con relativo éxito al presente esta iniciativa. En esta conferencia se discutieron varios temas como la contaminación del ambiente, la vida marina, la protección de los recursos, el cambio ambiental y los desastres originados por el cambio natural y biológico.

La conclusión será una Declaración sobre el Medio Ambiente Humano y el establecimiento de un organismo de gestión ambiental que más tarde se denominó Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Resolución de la Asamblea 2997. La sede se estableció en Nairobi, Kenia. Se constituyó con un equipo de 300 personas que incluía a 100 profesionales en distintos campos. Y un presupuesto de 100 millones de dólares para cinco años. Naciones Unidas designó por unanimidad a Maurice Strong como primer director de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Mustafá Kamal Tolba ocupará el cargo durante 17 años entre 1975 y 1992, tiempo en el cual fue fundamental para llevar las consideraciones ambientales al frente del pensamiento y las acciones globales. Bajo su liderazgo se llevó adelante el éxito más aclamado de la ONU Medio Ambiente, el histórico Protocolo de Montreal de 1987, para limitar las emisiones de gases a los que se atribuye el adelgazamiento de la capa protectora de ozono del planeta. Desde 2012, el Convenio de Minamata intenta limitar el mercurio tóxico.

El otro programa digno de reconocer es el préstamo maestro para el desarrollo de la energía solar, que tan buenos resultados ha producido en la India y ahora se proyecta a Túnez, Marruecos, Indonesia y México. Y el Programa de la UNESCO-PNUMA dirigido a la educación ambiental.

El PNUMA, en 1989, predijo que naciones enteras podrían desaparecer de la faz de la tierra debido al aumento del nivel del mar, si la tendencia al calentamiento global no fuese revertida para el año 2000. 

El evento meteorológico ocurrido en Valencia, que causó estragos tanto en infraestructura como en pérdidas humanas, conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), está cada vez más vinculado con el cambio climático, ya que la energía adicional en la atmósfera y el calentamiento global generan condiciones favorables de eventos intensos de esa naturaleza. En este caso, ya la Agencia Estatal de Meteorología de España lo había pronosticado con suficiente antelación, de allí la protesta justificada de los habitantes de la zona. 

Para mí, es muy poco lo que pueden hacer los organismos internacionales sin un verdadero protagonismo transparente y horizontal de los gobiernos, y una clara y activa participación de la sociedad civil en todos los asuntos que tengan que ver, no solo con el modelo de crecimiento, sino con el futuro material y espiritual de la humanidad. Además, siempre hay que tener presente que el tiempo de los organismos internacionales, donde las decisiones dependen de muchos actores, son tan largas de aplicar entre su producción y su ejecución, como el tiempo y las distancias en astronomía.

Modelo económico, representación política y política ambiental 

Dame la verdad antes que el amor, el dinero, la fama y la justicia.  Henry David Thoreau

No hace falta ningún análisis económico sofisticado para darse cuenta de que no puede existir correspondencia, no ha existido ni podrá existir entre un crecimiento económico capitalista sano, una representación política proactiva y una política ambiental que garantice armonía en el desarrollo económico y humano, por lo menos en los países llamados en vías de desarrollo.

En primer lugar, la política de preservación del ambiente no forma parte de las prioridades de las políticas públicas de las naciones de América Latina. La conservación del ambiente nunca ha sido una de las estrategias fundamentales de los países del tercer mundo para lograr un crecimiento sano, y si está contemplada, como muchos otros asuntos puntuales, constituye letra muerta. Como siempre vivimos rezagados en lo realmente vital para lograr un desarrollo integral.

Porque ese tema, como se dice en el argot electoral, no da votos ni hace crecer el prestigio; más bien hace lucir al político como un debilucho que se preocupa por lo ornamental, con rasgos que pueden ser asociados a comportamientos femeninos. No existe una sensibilidad ciudadana hacia el tema porque los gobiernos no le han dado la importancia que debería tener en la escuela, en el liceo, en la universidad. Todavía se privilegia la narrativa de batallas y la historia de próceres a los que se rinde culto, y a otros asuntos pusilánimes y sin trascendencia que copan el gran escenario latinoamericano.

Además, los intereses económicos privan siempre sobre cualquier interés social y humano. La pauta la marca el capital, sus tenedores, y grupos diversos e inescrupulosos de intermediarios. Ellos se llevan por delante todas las reglamentaciones formales e institucionales, dando buenas comisiones a funcionarios que se encargan de disolver cualquier obstáculo que pueda presentarse en el camino.

Una nueva cultura ambiental

El cambio debería ser humano, no climático.

Leí hace muchos años y aprendí –en un libro recién aparecido para entonces, Proyecto civilización, proyecto esperanza– que para domesticar al capitalismo salvaje hay que crear, a partir del mismo capitalismo, una nueva civilización y para ello es imprescindible una nueva cultura: 

Crear un humanismo abierto significa elaborar una cultura que ya no esté hecha solo de respuestas provenientes del pasado, sino de los interrogantes que plantea la invención del futuro; una cultura que ya no sea privilegio y ornato de unos pocos, sino la posibilidad del desarrollo humano de todos; una cultura que no encierre al ser en sí mismo, sino que lo abra a una creación sin fin del futuro por la emergencia poética y profética de lo que hay de divino en el ser humano.

La primera tarea consiste en rehacer el tejido social desintegrado por el capitalismo rapaz, por el mercado destructor de todo humanismo, por el individualismo sin amor. Rehacer el tejido social es colmar el foso entre los individuos atomizados y el Estado todopoderoso de nuestras sociedades, donde no existen sino relaciones verticales de jerarquía y relaciones horizontales de concurrencia. Abrirle espacio al ciudadano para que pueda, a partir de sus propias iniciativas, crear nuevos y originales caminos en la economía, la participación política y la cultura, donde lo ambiental ocupe un lugar privilegiado.

Una educación para la defensa del ambiente

Siempre hay flores para aquellos que quieren verlas. Henry Matisse 

Pienso que las mejores ideas sueltas, lanzadas sin intención de que se constituyeran en base para ningún programa educativo, las leí de una larga entrevista que le hizo Matthieu Galey a la escritora Marguerite Yourcenar:

He reflexionado mucho sobre lo que podría ser la educación del niño. Pienso que se necesitarían estudios básicos, muy simples, en los que el niño aprendería que vive en el seno del universo, sobre un planeta cuyos recursos deberá cuidar más tarde, que depende del aire, del agua, de todos los seres vivientes, y que el menor error o la menor violencia, puede destruirlo todo.

Y continúa: aprendería que los hombres se han matado entre sí en guerras que solo han producido otras guerras, y que cada país acomoda su historia, falsamente, para halagar su orgullo patrio. Se le enseñaría lo suficiente del pasado para que se sienta ligado a los hombres que lo han precedido, para que los admiren cuando lo merezcan, sin hacer de ellos unos ídolos, como tampoco del presente o de un hipotético porvenir. 

Se intentaría familiarizarlo, a la vez, con los libros y las cosas; sabría el nombre de las plantas, de los animales, sin hacer esas odiosas vivisecciones impuestas a los niños y a los adolescentes con el pretexto del estudio de la biología. Aprendería a dar los primeros auxilios a los heridos; su educación sexual comprendería su presencia en un parto, su educación mental la visita a enfermos graves y muertos. Se le darían simples nociones de moral, sin la cual la vida en sociedad es imposible. En materia de religión no se les impondría ninguna práctica o ningún dogma, pero se le darían introducciones a todas las grandes religiones del mundo. Se les enseñaría a amar el trabajo útil y se les enseñaría a descubrir las manipulaciones de la publicidad.

No sé qué pensaran los expertos en pedagogía infantil, pero a mí me suena maravillosamente novedoso, práctico, educativo, solo que esas ideas necesitan ser desagregadas y depuradas por expertos para transformarlas y transmitirlas con la sutileza y el cuidado que implica el tratamiento del niño y adolescente. Pues esa es la edad donde se siembra en la conciencia. 

Conclusiones

Si realmente amas la naturaleza, encontraras belleza en todas partes. Vincent Van Gogh

Siento que en la medida que pasa el tiempo, el progreso, las guerras, los avances para preservar el ambiente, parecen periodos de ondulación de las mareas, a veces de olas altas, otras muy altas, hasta que el mar vuelve a su nivel y el ciclo se repite; unas generaciones se van y otras vienen y ellos montados sobre nuestros huesos adquirirán una observación cada vez más aguda. Creo que, para concluir, que el problema fundamental siempre hemos sido nosotros, los seres humanos.

Todos olvidamos que el gran poder es el nuestro, el de los ciudadanos, que tenemos deberes y derechos y que nos graduamos en la vida para hacer el bien y para ser mejores. Algo que antes de irse repetía nuestro querido Emeterio Gómez con énfasis: la bondad en Platón, el amor al prójimo de Jesús y la responsabilidad individual de la Ilustración. 

Todos casi siempre olvidamos que todos somos naturaleza, que la mayor parte de nuestro cuerpo está formado de agua, que a veces somos inocentes como el ciervo, arrogantes como el pavo real, cuando coqueto enamora, a veces extraños como el caballito de mar, labrador como el carpintero, admirable como el colibrí, suave como el viento nocturno, orgullosos como las estrellas, a veces fríos como el hielo, otras encendidos como el fuego, sensibles como la rosa, otras feroces como la pantera, lentos como una morsa, rápidos como una ardilla, criaturas bellas y sorprendentes como una mariposa o una luciérnaga.

Debo terminar compartiendo con los lectores un bello poema que descubrí hace poco, escrito por el poeta francoafricano Birago Diop, que toca mucho la sensibilidad, especialmente de quienes han perdido a un ser querido en un desastre natural: 

Las Almas de los ancestros 

Escucha con más frecuencia / A las cosas que a los seres / A la voz del fuego que se propaga / Escucha la voz del agua / Escucha en el viento / El sollozo del arbusto: / Es el alma de los ancestros.

Los que han muerto no han partido nunca: / Ellos están en la sombra que esclarece / y en la sombra que se espesa / Los muertos no están bajo la tierra: / Ellos están en el árbol que se mece / Ellos están en el árbol tembloroso / Ellos están en el bosque que gime / Ellos están el agua que corre / Ellos están en el agua que duerme / Ellos están en la choza, están en la muchedumbre: / Los muertos no están muertos.  

Escucha con más frecuencia / A las cosas que a los seres / A la voz del fuego que se propaga / Escucha la voz del agua / Escucha en el viento / El sollozo del arbusto: / Es el alma de los ancestros muertos / Que no han partido / Que no están bajo tierra / Que no están muertos.

Los que están muertos nunca se fueron: / Ellos están en el seno de la mujer / Ellos están en el niño que vaga / Y en la leña que arde / Los muertos no están bajo tierra: / Ellos están en el fuego que se apaga / Ellos están en las hierbas que lloran / Ellos están en la roca que se queja / Ellos están en el bosque, ellos están en el hogar. / Los muertos no están muertos.

Escucha con más frecuencia / A las cosas que a los seres / La voz del fuego que se propaga / Escucha la voz del agua / Escucha en el viento / El sollozo del arbusto: / Es el alma de los ancestros.

Cada día se repite el pacto / El gran pacto que une / Que une en la ley nuestra suerte / A los actos de las almas más fuertes / La suerte de nuestros muertos que no están muertos / El fuerte pacto que nos une a la vida / La fuerte ley que nos une a los actos / De las almas que se mueren / En la cama y en las orillas de los ríos. / De las almas que se mueven / En la roca que se queja y en la hierba que llora. / De las almas que moran / En la sombra que se esclarece o se espesa / En el árbol que se mece, en el bosque que gime / Y en el agua que corre y en el agua que duerme. / Son las almas más fuertes que han tomado / El alma de los muertos que no han muerto / De los muertos que no han partido / De los muertos que no están ya bajo tierra. 

Leon Sarcos, noviembre 2024