Luis Velázquez Alvaray: Odio contra la libertad

Luis Velázquez Alvaray: Odio contra la libertad

Al instaurarse una tiranía prevalecen intereses ruines: rencor, odio. Un país que fue practicante de culturas universales y de buen desarrollo profesional, ahora es gobernado por personas mal educadas.

Al ignorar los preceptos culturales e históricos transcendentales, las instituciones se convierten en vertedores de ignorancia, recipientes de desechos desintegradores y de cazafortunas, que no conocen los requerimientos modernos para el manejo eficaz requerido por El Estado. Un ejemplo es el anuncio hace horas, imponiendo como jerarca de CANTV (Teléfonos de Venezuela), al jefe de uno de los órganos de tortura y crímenes de la tiranía más sanguinario que haya existido. De angustiar almas a controlar las llamadas.

La reciente explosión del complejo gasífero MUSCAR – PDVSA, en el estado Monagas, es consecuencia de una pésima gerencia de carnet rojo, de las institucionalizadas células de inexpertos e ignorantes al frente de las empresas básicas del país.





El único argumento es la mentira ruin, insignia para desatar nuevos procesos represivos. El cinismo como discurso diario caracteriza el poder, condimentado con rencor, mezquindad y doblez. Es el completo desprecio por todo lo que sea distinto a sus camarillas pendencieras.

Para manejar los asuntos públicos se requieren expertos, formados en el multidisciplinario mundo científico, donde se aprende ética y respeto. Para ellos esto es desconocido, solo saben tres frases insultantes: traición a la patria, terroristas ultraderechistas, amenaza imperialista. Allí se encasilla todo su pensamiento; cualquier opositor es etiquetado y enviado al calabozo de la infamia .

Estos personajes son como los franceses calificaban a la mayoría de los gobernantes socialistas: “personas de carrocería soberbia, pero dentro no hay motor”. Charlatanes gobernando, no se avergüenzan de su ineptitud. Sus actuaciones conducen a tierra arrasada y entrega total a los facinerosos del mundo.

El chavismo es una secta que se explica aniquilando al contrario y borrando obstáculos en el camino: la Constitución, la han convertido en andrajo y el glosario de ley de una Asamblea Nacional írrita, se resume en persecución desmedida. El odio se ha hecho ley en Venezuela. Se arrebatan los derechos humanos básicos, la libertad de expresión, opinión e información, el derecho a manifestar pacíficamente, a participar políticamente. Mamotretos legales para criminalizar al oponente, sin debido proceso, sin derecho a la defensa.

Carecen de límites. Han desaparecido el conjunto de los valores morales, “ violentan los preceptos convencionales de la decencia humana”. En nuestro insólito país, la secta es una tromba contra el liderazgo autentico. Es encarnizamiento contra los defensores de la libertad.

El régimen, sin brújula moral, ante el rechazo en las urnas electorales del 80 por ciento de la población, desde del 28 de julio, acentuó la agresividad; las amenazas las convirtieron en celdas ignominiosas para la desaparición de los triunfadores. El chavismo opresor, déspota y subyugador, es una caja de serpientes de aborrecimiento venenoso. Nutriente del rencor, y el agravio. Parafraseando a Heródoto, es una sucesión de venganzas; sinónimo de calamidades, corrupción e injusticias; es el desborde de la razón.

El desafío mayor es volver a vencer esta abominable secta.