Rugido de una sociedad en busca de libertad, por @ArmandoMartini

Rugido de una sociedad en busca de libertad, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

En el libro El arte de la guerra, se señala que el engaño, la distracción y confusión son herramientas para vencer al enemigo sin librar batalla; estrategia que algunos manejan con destreza y habilidad. Verdad y picardía se entrelazan en momentos imprecisos. El opresor implosiona, desconfía, es impreciso y está aturdido. Da palos de ciego y manotazos desesperados, como quien se ahoga sin esperanza ni posibilidad.

Desconsolados en la decadencia, exhaustos y en vías de extinción, con atrevimiento intrépido ensayan crecer y desarrollarse; eso sí, humillados en la subordinación. La beligerancia interna, aunque silenciosa, comienza a exteriorizarse. Intentar atajar a plena luz es un acto necio y torpe, carente de entendimiento. Acusar a la derecha del enorme arsenal, del desmedido crecimiento y de la audacia delincuencial, que ya no se limita a los cinturones populares, sino que invade amplias zonas del país, se convierte en un discurso insostenible.

Saturados de militarismo, acorralados por la perversidad, perseguidos por la vergüenza, asediados por el hambre y la enfermedad, sitiados por la delincuencia, hartos de robo y corrupción, cansados de represión e incompetencia; el conjunto de fuerzas que sostienen al régimen, mostrencos y lerdos, lejos de apagar fuegos o resolver dificultades, las avivan, exacerban e intensifican. El intento de enmudecer al disidente, confirma lo que la inmensa mayoría percibe, perdieron respeto autoridad y estima ciudadana. Disiparon la poca legitimidad que les quedaba, no solo de origen, sino también en el desempeño.





Los ciudadanos, con rostro descubierto y furia en mano, defendieron a quien, desde la irrelevancia, se ha convertido en figura de importancia gracias a la torpeza oficialista y al hartazgo colectivo.

La rebelión, con rugidos de aprensión e insurrección, levanta empuñaduras y reclama libertad, independencia, democracia y obediencia a los Derechos Humanos frente a la tiranía envejecida en el deshonor, la injusticia e ignominia. El tiempo fortalecerá el empeño y firmeza opositora, junto con la persistencia de las demandas ciudadanas que nutren la voluntad de quienes exigen república y emancipación. Se trata de un trabajo de filigrana, sutil e imperceptible.

Agredir a la fuerza en un tiempo unificado por las redes sociales, y fracasar frente a la intervención popular y ciudadana, además de hacerlo bajo la mirada del mundo que evalúa realidades, más que un error, es testimonio evidente. La ciudadanía tiene razón cuando denuncia lo detestable, espurio e ilegítimo de quienes mienten descarados al vociferar legitimidad y jactarse de ser merecedores de confianza.

Cualquier colaboracionista, por excelso y egregio que sea, tendrá que tragar sus argumentos en defensa del régimen. Es difícil que los celosos de la ley, demócratas sin medias tintas y defensores inquebrantables de los Derechos Humanos toleren semejante batracio feo, áspero y venenoso. Distorsionar para desviar el libre pensamiento y la comprensión es un ardid, una artimaña de servidumbre, desesperanza y apaciguamiento.

En rincones del continente, historias de tiranías enmohecidas, regímenes que han convertido la opresión en sistema y gobiernos aferrados al poder a costa de la miseria de sus pueblos, se repiten con nombres y banderas distintas, pero con patrones similares. Desde ideologías que se usan como cadenas, hasta aquellos donde el discurso de liberación encubre corrupción y abuso, el sufrimiento de las naciones se perpetúa bajo excusas de soberanía y autodeterminación. El hambre, represión y censura se han institucionalizado, mientras la resistencia, aunque golpeada, sigue luchando por un futuro de libertad y dignidad.

Cuando la sociedad asuma su responsabilidad y concientice que el compromiso internacional es discreto, protocolario, ambiguo y, en la mayoría de los casos, hipócrita; que no intervendrán para auxiliar ni ayudar a una nación abusada y sojuzgada, entenderá que serán los ciudadanos quienes deban revertir sus circunstancias con acciones cuidadosas, y conscientes de las consecuencias.

@ArmandoMartini