Tamuna Museridze respiró hondo e hizo la llamada con la que había soñado desde que se enteró que podría haber sido adoptada.
Por: BBC
Cuando por fin logró localizar a la mujer que creía era su madre biológica, sabía que aquello bien podía no terminar con una reunión como de cuento de hadas.
Pero lo que no esperaba es que la mujer al otro lado de la línea telefónica fuera fría y estuviera enojada.
“Comenzó a gritar, a vociferar, dijo que ella no había dado a luz a ningún bebé. Ella no quería saber nada de mí”, recuerda Tamuna, explicando que se sintió más sorprendida que molesta con la respuesta.
“Estaba preparada para cualquier cosa, pero su reacción fue más allá de todo lo que podía imaginar”.
Cuando Tamuna, de 40 años, llamó a su madre biológica en agosto sabía que quizás no querría tenerla en su vida, pero no estaba dispuesta a dejar el asunto ahí. Quería saber las circunstancias de su adopción y había algo más que sólo su madre podía darle: el nombre de su padre biológico.
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