Richard Casanova: A propósito del Foro Cívico, ¿Radicales vs, Moderados?

Richard Casanova: A propósito del Foro Cívico, ¿Radicales vs, Moderados?

En los regímenes autoritarios suele politizarse al extremo la sociedad y a veces, el difícil arte de la política -oficio noble nunca bien ponderado- queda más en manos de “influecers”, opinadores aficionados y “manager de tribuna”, que tienen una tendencia a la demagogia: a expresar lo que la gente quiere oír, con una buena dosis de inmediatismo y sin percatarse de que suelen caer en las bien tejidas estrategias del régimen que procuran dividir a las fuerzas democráticas.

En un país acosado constantemente, es fácil dividir a las fuerzas democráticas entre radicales y moderados, donde los primeros son los héroes del cuento: su retórica implacable y valiente -usualmente desde el exterior- los presenta como los genuinos defensores de la justicia y la democracia, arrojando un manto de dudas sobre todo aquel que no haga de la estridencia -y a veces del insulto- su básica forma de comunicación. Son ellos y solo ellos, quienes defienden la verdad del 28J, se solidarizan con los presos políticos y con las víctimas de la represión. A estas alturas, ya el lector ha entendido que “el moderado” es el villano de la película. Según la narrativa de “los duros del teclado”, estos opositores tienen tendencia apaciguadora, su forma de entender el momento supuestamente deshumaniza a la política y le facilita la acción represiva al régimen. Y así por el estilo, toda una construcción verbal que desacredita a este segmento de la oposición.

En la política real no es bueno ni malo, asumir una u otra postura. Hay momentos en que radicalizar nuestra postura es lo conveniente y otros en que la moderación es lo procedente. Ninguna de ellas debe ser una actitud permanente como sugiere la retórica extremista. El eterno radical termina en minúsculos reductos y el eterno moderado termina mimetizado al poder. En ambos casos, inútiles a los fines del cambio político.





Lo inteligente es administrar nuestras posturas en función del momento, el clima político, los temas y los roles que corresponda ejercer, todo ello siempre será una consideración estratégica, es decir estará asociada al diseño de un plan y al contexto cultural, social y especialmente ético. Así las cosas, la complejidad del asunto trasciende la ligereza con que se maneja cotidianamente.

El tema de los roles es esencial: desde que posición asumo una y otra postura. La represión brutal a que ha sido sometida la sociedad venezolana, no ha logrado doblegar su espíritu democrático, no ha podido paralizar a las fuerzas del cambio, pero hay que admitir que ha sembrado temores y conducido a líderes sociales, activistas ciudadanos, dirigentes de partido y militantes de la causa, a tomar precauciones. A asumir una actitud moderada que le permita preservar su libertad para continuar la lucha. Desde esta perspectiva, los moderados no son una casta despreciable sino un voluminoso ejército de venezolanos que continúan corriendo riesgos en un frente cotidiano de batalla, tal como se ha convertido la sobrevivencia en Venezuela.

Por supuesto, desde la comodidad de un teclado y con la seguridad que le brinda vivir fuera del país, es muy fácil ser un duro radical frente a la injustificable e inocultable violación de derechos fundamentales que sufrimos en Venezuela. Eso es muy fácil pero también es irresponsable y desleal con miles de activistas y millones de venezolanos que -en medio de grandes calamidades- encuentran formas de continuar en la lucha, aprovechando las escasas rendijas de libertad.

No estoy en contra de los radicales pues sus posturas son útiles para elevar la presión. Además, comprendo perfectamente su motivación. Estoy en contra de los excesos que sugieren que solo hay una forma de lucha y que conducen a descalificar cualquier otra expresión, con la arrogancia de quien se cree dueño de la verdad. La reflexión del momento debe dar respuesta a la pregunta del título: ¿Radicales Vs Moderados? ¿A dónde nos conduce está pelea? El radicalismo si está investido con la prepotencia y el sectarismo que suele acompañarle, conduce a desconocer la pluralidad democrática y la consecuente multiplicidad de visiones que pueden coexistir en medio de tantas penurias, injusticias y abusos de poder, todo lo cual debería ser el sustrato de una verdadera unidad de las fuerzas del cambio.

En su estrategia divisionista, el gobierno ha mantenido la idea de “las oposiciones”. Algo que no es cierto: aquí hay una sola oposición, que es plural y diversa es otro asunto. Pero desde sus distintas ópticas, cada quien trabaja para enfrentar a un gobierno y sus aliados -llamados Alacranes- que ha conducido al país a la más pavorosa crisis política, económica, social y moral de nuestra historia. ¿Cuál es la contribución real que aporta esa división que pretende imponerse desde el campo radical? ¡Ninguna! Todo lo contrario, puede ser tremendamente lesivo.

El más penoso ejemplo de lo que puede suceder en una sociedad crispada y presionada por los extremos es ese ataque desproporcionado e infundado en contra del Foro Cívico. Sin presentar una sola evidencia, han dicho que desde esa instancia se pretende legitimar al régimen de Maduro, desestimar los resultados del 28J, no reconocer a Edmundo González como presidente electo, “normalizar” la situación e incluso concurrir a unas supuestas elecciones a convocarse este año. En definitiva, una sarta de calumnias que nada tienen que ver con la realidad. Al contrario, hay evidencia de que nada de eso está en la agenda del Foro Cívico.

Para sólo referirnos a uno de los temas esenciales: si el Foro Cívico reconoce a Edmundo González como presidente electo, destacados voceros han sido explícitos: “Tenemos evidencia de las actas que todo el mundo conoce y las vimos el domingo, no hay duda…. todo esto -lo que hacen- va dirigido a proteger y promover los derechos políticos de los venezolanos que han sido violados”. Y agregan “El Foro Cívico tuvo acceso al monitoreo de diversas organizaciones de la elección, y el país entero sabe lo que ocurrió en la elección. La proclamación de un candidato sin haber cumplido los extremos de ley que exige la publicación mesa por mesa de los resultados no se ha cumplido. Eso ha generado esta divergencia entre la verdad y la realidad”.

Así, todas las demás atrocidades que han inventado para descalificar al Foro Cívico se pueden desmontar de la misma manera, es decir con hechos e información verificable, constatable, proveniente de fuentes identificadas y confiables. Surge entonces la pregunta ¿Cuál es el objetivo de agredir y lesionar la reputación de gente honorable, como muchos de los cientos de ciudadanos, personalidades del mundo académico, líderes sociales y ONGs que se articulan en ese espacio de encuentro para procurar condiciones e impulsar una transición democrática que nos conduzca a superar la tragedia que hoy vivimos en Venezuela? ¿Por qué destruir espacios de interlocución que propicien condiciones de negociación para una salida pacífica a la crisis?

Sin obviar la violación de DDHH, sin dejar de ser solidarios con las víctimas y sin abandonar la denuncia como mecanismo legítimo para evidenciar la realidad, ni desmeritar la protesta como herramienta de lucha ciudadana, el Foro Cívico no solo se ha enfocado en generar un espacio de interlocución sino en la construcción colectiva -junto a centenares de activistas sociales de las 24 entidades del país- de una Agenda Social y de Derechos que sirva como base de negociación y hoja de ruta, pues no basta con hablar del cambio sino hay que darle direccionalidad para que éste se traduzca efectivamente en más democracia y mejores condiciones de vida para todos los venezolanos.

Preferimos obviar las intenciones de quienes han hilado está calumniosa agresión contra el Foro Cívico y han cerrado las puertas a la tolerancia y el respeto que todos merecen en una sociedad democrática. Difamar a partir de mentiras, chismes o información de fuentes no verificables, es exactamente lo mismo que hace Diosdado Cabello con sus “patriotas cooperantes” desde el canal del Estado. ¿Por qué entonces quienes promueven un cambio van a imitar está conducta, está vez protegidos por un pretendido puritanismo opositor? Esto nada tiene que ver con la cultura democrática que debe privar en el mundo opositor.

En definitiva, puede usted no estar de acuerdo con la línea que se impulsa desde el Foro Cívico y tiene derecho a expresar sus diferencias, tanto como los miembros de este espacio de la sociedad civil tenemos derecho a opinar libremente sobre la trágica realidad del país y a actuar de la mejor manera que se considere para superarla. Lo lamentable es que nos vemos forzados a ejercer ese derecho, venciendo la intolerancia de quienes ejercen el poder en Venezuela y al mismo tiempo, a la intransigencia de sectores igualmente radicalizados en el mundo opositor, que actúan con similar prepotencia, haciendo un daño terrible a la UNIDAD que debe inspirar a quienes luchamos por un cambio político pacífico y democrático. ¡Dios bendiga a Venezuela!

Twitter/X: @richcasanova

(*) Dirigente social / Arquitecto / Vicepresidente de ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.