La última noche de Kristin Smart: una desaparición, una investigación torpe y un caso que resurgió 20 años después

La última noche de Kristin Smart: una desaparición, una investigación torpe y un caso que resurgió 20 años después

Kristin Smart desapareció volviendo de una fiesta en la universidad, en 1996. La investigación policial sobre lo que había sucedido con ella no arrojó ninguna respuesta hasta que su caso volvió a despertar interés, en 2018, gracias a un pódcast

 

Suele ser primavera cuando la naturaleza explota y la juventud festeja. Una noche de mayo de 1996 Kristin Smart (19), alumna de la Universidad Politécnica de California, en San Luis Obispo, volvía de una fiesta en los alrededores del campus estudiantil cuando, en el trayecto hacia su dormitorio, desapareció.

Por infobae.com





En Estados Unidos mayo es primavera, pero para la familia Smart no hubo nada que festejar —en esa fecha ni en ninguna otra— durante décadas. Porque la desesperación por la ausencia de la joven pareció convertirse en polvo de olvido con la investigación estancada. Sin embargo, años más tarde, el caso resucitó.

Esta es la historia de Kristin y de cómo vinimos a saber qué había pasado aquella última noche de su vida.

Recibir ayuda de manos equivocadas

Kristin Denise Smart nació el 20 de febrero de 1977 en Augsburgo, Baviera, Alemania del Oeste. Unos años después sus padres, Denise y Stan Smart, se trasladaron con sus tres hijos (Kristin, Matt y Lindsey) a los Estados Unidos por trabajo. Se instalaron en Stockton, California, donde ambos ejercían como maestros para los hijos del personal militar norteamericano.

Para sus 19 años Kristin ya había hecho muchas cosas. Había viajado sola; había pasado un verano en Londres; había realizado un intercambio estudiantil en un país sudamericano; y había trabajado como guardavidas en Hawaii. Bellísima, deportista (practicaba natación y esquí) y muy alta (medía 1,85 metros), estaba cursando su primer año en la Universidad Politécnica de California, en San Luis Obispo. Como la mayoría de los estudiantes vivía en uno de los edificios del campus.

Su madre, Denise, había sido la que más la había empujado a estudiar en esa institución porque quedaba a menos de 400 kilómetros de su casa. Para el tamaño de Estados Unidos eso era bastante cerca. Kristin había adoptado la costumbre de llamar a su familia todos los domingos.

El viernes 24 de mayo de 1996 comenzaba el fin de semana del Memorial Day (Día de los Caídos, un feriado federal que se festeja el último lunes de mayo de cada año y caía 27 del mes). Unas amigas invitaron a Kristin a una fiesta en el campus esa misma noche. No lo pensó dos veces, quería salir. No se llevaba muy bien con su compañera de habitación así que fue a convencer a su amiga del dormitorio de al lado, Margarita Campos, para que fuese con ella.

Cuando llegaron esa tarde a la fiesta vieron que no era gran cosa: algunos compañeros estaban dando vueltas por ahí, unas pocas bebidas, otros jugaban videojuegos. Decepcionadas y aburridas se fueron hacia otra área del campus donde habría seguramente alguna fiesta más en alguna otra fraternidad. Llegaron así a una en Crandall Way, un sitio pegado a la universidad. Margarita, que era muy introvertida, estaba cansada de dar vueltas y le dijo a Kristin que se iba a dormir, que volvía a su habitación. Kristin insistió en que se quedara pero Margarita no cedió. Sabiendo que Kristin no tenía llaves ni dinero encima, le dio las suyas así podría entrar más tarde al edificio del Hall Muir donde vivían.

Cuando Margarita se fue, Kristin estaba completamente sobria.

Aproximadamente a las 2 de la madrugada del sábado 25 de mayo de 1996 Kristin cayó inconsciente sobre el pasto de una casa. Con la cara contra el suelo la encontraron Cheryl Anderson y Tim Davis, quienes acababan de retirarse de la fiesta. La ayudaron a incorporarse y, como no la vieron en buen estado, se ofrecieron para acompañarla hasta su residencia. Fue entonces que, de la nada, apareció un cuarto estudiante en escena: Paul Flores, también de primer año. Se acercó para colaborar. Casualmente la habitación de Paul quedaba en el Hall Santa Lucía, más cerca del Hall Muir, donde se alojaba Kristin, que los cuartos de los otros chicos. Paul aseguró que se ocuparía de llevarla.

Tim Davis fue el primero en irse, era el que tenía el trayecto más largo esa noche hasta su edificio. Cheryl iba caminando delante de Paul y Kristin que avanzaban muy lentamente. Cada tanto los esperaba. Hasta que llegó al camino donde debía desviarse para ir hacia su alojamiento.

Quedaron solos. Paul y Kristin.

¿Dónde está Kristin?

Al día siguiente Margarita Campos esperaba que su amiga golpeara la puerta de su cuarto para devolverle las llaves. Como Kristin no fue decidió ir ella a tocarle la puerta. Pero no respondió. Pensó que estaría dormida profundamente o, quizá, se había quedado a pasar la noche en otro lado. Más tarde, cuando la compañera de habitación de Kristin regresó, ambas se dieron cuenta de que la joven no había vuelto en ningún momento. Todo estaba en su lugar: su identificación, su monedero, su dinero. Les pareció raro y llamaron a la policía de seguridad del campus universitario. Los agentes no se preocuparon demasiado. ¿Estaban seguras de que no se había ido a algún lado? Quizá se estuviera divirtiendo o, simplemente, se hubiera ido a visitar a su familia por el fin de semana largo. Era algo habitual.

El domingo 26 de mayo Denise Smart pasó el día en la competencia de natación de sus hijos menores, Lindsey (14) y Matt (17). Ese día los Smart estuvieron tan ocupados que no se dieron cuenta de que Kristin había faltado a su cita telefónica: no había llamado.

El lunes 27, como Kristin no había retornado a su residencia, las autoridades universitarias decidieron contactar a sus padres. Llamaron a su casa y atendió Denise. Le contaron que Kristin no había sido vista durante todo el fin de semana y le preguntaron si por casualidad estaba con ellos. No, no estaba. Denise entró en pánico: “¿Qué estaba pasando? No entendía nada. Era la peor pesadilla para cualquier padre”, recordaría luego. “Jamás hubiera pensado que ella podría haber sido asesinada”.

Los Smart intentaron hacer la denuncia por la desaparición de su hija pero era muy pronto, les dijeron. El FBI les aseguró que la policía de la Universidad Politécnica (un área que con su campus abarca unas 566 hectáreas y alberga unos 100 edificios además de chacras y establos) estaba a cargo del asunto.

La verdad es que no habían hecho nada. Para el momento en el que la investigación se activó realmente hacía ya cuatro días que Kristin no estaba. Una eternidad para lo que es una investigación criminal.

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