En La Odisea, Homero relata el encuentro de Ulises con las sirenas durante su interminable viaje de regreso a Ítaca y cómo evitó que, con sus cantos, estas criaturas híbridas los arrastraran a él y a su tripulación al destino de todos los navegantes que se cruzaban con ellas: la locura y la muerte en medio del mar. El poema homérico data aproximadamente del siglo VIII antes de Cristo y en su canto XII pone en escena a esos seres mitológicos por entonces muy presentes en la cultura griega. Es posible que quienes escuchaban los versos compuestos por el poeta ciego creyeran al pie de la letra el relato porque en aquellos tiempos dioses, semidioses, personajes y animales fantásticos parecían convivir -aunque nadie los viera- con los hombres. Mucho más extraño resulta que en pleno siglo XXI, cuando la ciencia parece encontrar explicaciones racionales para casi todos los hechos, la misteriosa desaparición de barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas siga dando lugar a las más disparatadas teorías, que van desde monstruos marinos y bases subacuáticas de Ovnis hasta continentes perdidos, fuerzas sobrenaturales y agujeros abiertos a otras dimensiones que parecen tragárselos sin dejar rastros.
Por Infobae
El Triángulo de las Bermudas es una zona marítima -con su correspondiente espacio aéreo- de más de un millón de kilómetros cuadrados que forma precisamente esa figura geométrica cuyas puntas están en las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami. Según los registros, desde mediados del siglo XX allí desaparecieron más de cincuenta barcos y unos veinte aviones, en la mayoría de los casos sin ninguna explicación comprobable. No es, claro, el único lugar del planeta donde desaparecen embarcaciones y aeronaves, pero en ninguno con tanta frecuencia y en tal cantidad. Si a ese dato concreto se lo combina con los ingredientes que agregaron periodistas oportunistas, escritores ambiciosos de meter un best seller y amantes de las teorías conspirativas, el cóctel del misterio se vuelve un éxito.
Toda historia tiene un comienzo que, en el caso del Triángulo de las Bermudas, puede fijarse en una fecha precisa: el 5 de diciembre de 1945, cuando desaparecieron sin dejar rastros cinco bombarderos estadounidenses que realizaban un ejercicio militar. Al hecho se lo conoce como “el enigma del Vuelo 19?.
“Creo que nos perdimos”
Era un ejercicio militar de rutina, de los muchos que hacía la Fuerza Aérea Estadounidense apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, como para mantener aceitada la maquinaria bélica. El reloj marcaba las 14:10 del 5 de diciembre cuando los cinco bombarderos Grumman TBF Avenger, lideradas por el teniente Charles Taylor, despegó de Fort Lauderdale con la misión de dejar caer sus bombas sobre un arrecife que servía como blanco para las prácticas. Después de hacerlo, tenían simplemente que pegar la vuelta y regresar a la base. Taylor era un piloto de 28 años que había combatido durante la guerra en el Pacífico, pero que tenía poca experiencia en vuelos sobre el mar Caribe. A sus órdenes, distribuidos en los cinco aviones, había otros 13 hombres, casi todos novatos.
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