El tema del transporte público en el país se ha convertido en un álgido, cotidiano y relevante problema para la población que habita esta “tierra de gracia”, ya que afecta todos los aspectos de la vida; el tiempo para llegar al trabajo, la posibilidad de movilizarse por la ciudad o a lo largo del país, así como su repercusión sobre el costo de los productos, entre otras cosas.
En la Venezuela de las últimas décadas del siglo XIX, durante los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco, se optó por el modelo de transporte en boga en Europa y Estados Unidos; los trenes y los tranvías. Es así que bajo la jefatura del Ilustre Americano se construyó una red ferroviaria que unió a Caracas con los Valles del Tuy, y el Gran Ferrocarril de Venezuela que enlazó Caracas con Valencia.
Con la llegada de la época petrolera y el establecimiento de industrias norteamericanas, quienes, previa concesión por parte del gobierno de Juan Vicente Gómez, iniciaron la explotación del oro negro, se le da prioridad en la planificación vial al automóvil, tomando en cuenta la disponibilidad de asfalto y gasolina como elementos fundamentales para el desarrollo de caminos carreteros.
Tras el advenimiento de los gobiernos democráticos se mantuvo el precio de la gasolina barata, al punto de convertirse en un dogma el combustible subsidiado, que a principios del siglo XXI prácticamente se regalaba.
Luego, durante los años de despilfarro, debido al auge petrolero que se experimentó en el gobierno de Chávez, la dilapidación fue acompañado con la locura de importar más de 300 mil vehículos en un solo año, el triple de la producción nacional
Las cosas cambiaron con la mega crisis, a partir del 2017, cuando se presenta un nuevo cuadro que es la escasez critica, circunstancia que afectó particularmente al transporte.
En la actual situación, el sector privado carece de garantías ni reglas claras para invertir en el transporte público, así como de crédito para adquirir nuevas unidades de transporte. En consecuencia, el número de unidades, autobuses, han disminuido drásticamente, veamos: Expresos de Occidente contaba con 140 unidades, hoy en día tiene 40; Rodovías Venezuela de 118 unidades solo le quedan 22; Expresos Los Llanos de 100 unidades apenas tiene operativas 17; Crucero Oriente Sur de 80 unidades pasó a 8; Expresos Mérida de 60 unidades solo operan 8, y en similares condiciones están las demás líneas menores.
El presidente de la cámara de fabricantes de productos automotores (FAVENPA) asegura que el parque automotor venezolano tiene en promedio 22 años de uso. De acuerdo con los datos, este consta de 650.000 unidades de las cuales funcionan 125.000, que representa el 20% aproximadamente. En cuanto a los camiones pesados, en 1994 había unas 20.000 unidades, para el 2004 quedaban 15.000 y hoy en día se estima en 6.000 unidades.
En materia de tráfico aéreo, llegan al país 43 vuelos internacionales a Maiquetía, Valencia, Maracaibo y otros aeropuertos, lo que significa que, en términos absolutos, vivimos en un país aislado. Como referencia diremos que solo el Aeropuerto El Dorado de Bogotá recibe más de 500 vuelos diarios.
En síntesis, tenemos claro que el transporte en Venezuela se ha reducido en más del 80% en correspondencia con la reducción de la actividad económica, de forma que, en la actualidad, contamos con un parque automotriz reducido y obsoleto. El camino de la recuperación pasa por realizar inversiones sustanciales en este fundamental rubro.
Gerardo Lucas. Economista/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com