Luis Velázquez Alvaray: Serenidad y liderazgo

Luis Velázquez Alvaray: Serenidad y liderazgo

Vivimos momentos álgidos, difíciles. El espacio más cruel se sintetiza en traicionar la verdad, asaltarla; pisotear lo digno es el propósito, soportado en la ausencia ética, en el relato mendaz, en la violencia ventajista, de instituciones mal habidas; son caminos fangosos, caminos hacia el despeñadero social.

Para esta situación tan oscura es básico el comportamiento sereno. Se requiere liderazgo sin propósitos malignos debajo de la manga.

Además, la entrega social para alcanzar la mayor grandeza humana: la libertad.

El saqueo deliberado en sentido amplio solo puede ser vencido si tenemos todos la disposición de entrega para lograr abrir las compuertas del futuro. Esto pasa por dotarnos de paciencia, no doblegar la voluntad de lucha cuidadosa, por la presión de una fecha marcada en el almanaque de la incertidumbre. Ante la imposición de la justicia no hay calendario que valga.

Hablemos de la serenidad de la dirigencia. Esa ha sido la clave para llegar hoy al arrinconamiento mundial de este régimen desesperado y descompuesto. En verdad, los angustiados son ellos. No ha sido fácil ante tanta ignominia, con el uso bestial de la fuerza y las toneladas de brutalidad e irracionalidad desproporcionada.

Cayó el tirano de Siria

Las tiranías suelen descomponerse. Observemos la situación generada en un país lejano, como lo es Siria, donde se desarrolló una lucha distinta, pero se observan algunas cosas en común: durante el último cuarto siglo, el pueblo sirio fue asediado por un tirano, Bashar Al Asad, asaltante como el nuestro, asesino de parecidos calibres, cruel e inhumano, narcotraficante apoyado por Rusia, Hezbolá y el chavismo.  Poseedor de una fortuna incalculable en el sistema financiero mundial, ilegitimo y usurpador. Se resistió a las negociaciones desde hace tiempo propuestas. Hoy su rumbó es desconocido y su periplo es una vergüenza y sello de derrota para Rusia, Irán y Venezuela, su sucursal tropical.

Extrañamente, el líder principal de la insurrección llama a la convergencia de todos los grupos, con la única propuesta de salvar su país de tanta opresión, destrucción y violencia. Allí aparecen rasgos de serenidad, a pesar de los complicados enfrentamientos entre sectas. El ejército, fiel al tirano hasta el sábado, decidió no participar, no reprimir. Lo cierto, son los mensajes esperados durante 24 años:” el país está libre del tirano Asad”; la constancia y el seguimiento de la estrategia adecuada, nos llevará a la misma afirmación: “El país está libre del tirano Maduro”.  Y otro mensaje importante: “han sido liberados todos los oprimidos de las prisiones del régimen” 

La descomposición del Chavismo es clara y es real. La nomenclatura pasa las 24 horas del día reprimiendo y huyendo de su miedo desesperante. Fueron retirados los espejos para no verse en el de Asad.

Los venezolanos tenemos hoy ventajas importantes: 

Esta tiranía deja el país en la edad media, igual en Siria, pero sobra imaginación y talento en nuestro liderazgo, para encontrar lo anhelado por todos: la paz.

La cúpula de Miraflores tiene miedo, vive en zozobra, angustia, pánico. A la fuerza imparable del cambio le toca recordar a Kant: ”sapere aude, atrévete a saber.” Entender las decisiones es la clave.

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